2.o Domingo de Tiempo Ordinario, Ciclo A

Esta reflexion es la primera de una serie de dos partes sobre las misiones de Juan Bautista y Jesús el Cristo.

Al señalar a Jesús como el Cordero de Dios, el Bautista nos recuerda que su misión siempre fue concebida como uno temporario, una especie de titular de lugar, y que el trabajo real de nuestra redención y salvación va a ser realizado por Jesús.

Oración

Derrama, te rogamos, Señor, tu gracia en nuestros corazones, a quienes la encarnación de Cristo tu hijo fue hecho conocido por el mensaje de un Ángel, que por su Pasión y Cruz sean llevados a la gloria de su resurrección, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario

Primera lectura: Isaías 49: 3, 5-6

Si bien todos nosotros somos llamados a ser “una Luz a las naciones” en nuestras propias vidas, en una forma especial esto es algo que es cumplido por Jesús, que ahora comienza su ministerio público que finalmente conducirá a su muerte en la Cruz.

Aquí en nuestra primera lectura, Dios el Padre está hablando a su Hijo, declarando: ” te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra.”

El plan de Dios para la salvación es universal: está destinado para todas personas y todas las naciones. No podemos escoger quienes llegan a oír las buenas nuevas de Jesús; No podemos decidir quién puede recibir el regalo de la vida eterna que Dios ofrece gratuitamente a todos nosotros. Todos estamos llamados a seguir el ejemplo de Jesús para traer la luz de Dios a la gente que encontramos, a la gente que quizá nadie más puede tocar como podemos nosotros.

Pregunta

    • How is God calling me to share in His ministry by being “a light to the nations” to the people in my life?

2a Lectura: 1 Corintios 1: 1-3

Nuestra segunda lectura continúa en la misma línea que la primera, recordándonos la universalidad de la llamada de Dios a la salvación, y recordando a los creyentes de Corinto que permanecieran unidos los unos a los otros en toda verdad, “así como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos.”

La Iglesia de Corinto, tal como descubrimos en lo que sigue de 1 Corintios, realmente luchó para permanecer unido unos con otros, en vez de rompiéndose en facciones y constantemente compitiendo entre sí, como si recibiendo la gracia de Dios fuera un concurso que ganamos o perdemos – “si tú tienes la bendición de Dios, entonces yo no la puedo tener.” Al recordar a los cristianos en Corinto que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, San Pablo les recuerda que deben ser unidos y no ver la vida cristiana como una competencia entre ellos y otros cristianos.

Pregunta

    • ¿Busco maneras de estar unido con mis hermanos y hermanas en Cristo, o busco razones para causar división?

Evangelio: Juan 1: 29-34

Este Evangelio es, de hecho, la línea de demarcación entre el ministerio de Juan y Jesús: es donde el ministerio de Juan comienza a declinar, y el ministerio de Jesús comienza.

En el Evangelio de Juan, la declaración de Juan el Bautista de la verdadera identidad de Jesús viene el día después de su bautismo, y dos días antes de la boda en Cana, donde Jesús realiza su primer milagro.

Juan enfatiza que su misión de preparar el camino para Jesús es casi terminado porque Jesús está comenzando su misión de salvarnos de nuestros pecados. Él acepta este cambio en su vida y en su ministerio con alegría, aunque probablemente era difícil para él siendo un profeta inmensamente popular a ser completamente una idea tardía.

A menudo en nuestras vidas nos enfrentamos a un dilema similar: el plan de Dios para nuestras vidas no coincide con lo que pensábamos que iba ser o debería ser. En aquellas veces en que Dios nos llama a algo completamente diferente a lo que nosotros habíamos planeado, necesitamos pedir para tener la gracia de decir, con Juan El Bautista, “Jesucristo debe aumentar; yo debo disminuir. (Jn 3). Y cuando lo hagamos, debemos mantener siempre nuestros ojos fijos en Jesús, “¡El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”

Pregunta

    • ¿Cuáles son las áreas en mi vida donde necesito disminuir para que Jesús pueda aumentar?
La tarea de esta semana

Trata de llegar a una pequeña manera en que puedas “disminuir” esta semana para que Jesús pueda aumentar. Este sacrificio puede ser muy pequeño, pero debe ser concreto.

Tal vez puedas compartir en la misión de Jesús de ser “una luz para el Mundo” al invitar a alguien a la iglesia, o a tu grupo de Cristo en Nuestra Vecindad.

¡En cualquier modo en que Jesús te está pidiendo que te “disminuyas” para Él, ruega por la gracia de hacerlo con gozo!

Oración del Grupo

Usando las palabras de Juan el Bautista, el grupo ora:

Cordero de Dios, Tú quitas los pecados del mundo. ¡Ten piedad de nosotros!

Cordero de Dios, Tú quitas los pecados del mundo. ¡Ten piedad de nosotros!

Cordero de Dios, Tú quitas los pecados del mundo. ¡Danos la paz!

Continúe con el Salmo 39.

Salmo

Respuesta: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé en el Señor con gran confianza,
él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
Él me puso en la boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
así que dije: “Aquí estoy”.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad;
esto es, Señor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

He anunciado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios:
tú lo sabes, Señor.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Concluir con un PADRE NUESTRO

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