4.o Domingo de Adviento
Oración

Padre amoroso,

Nuestra temporada de Adviento nos invita a considerar las bendiciones del cielo encontrados aquí y en nuestro futuro. Mientras miramos a ver el regreso de Tu hijo, ayúdanos a abrazar la virtud de la paciencia. Que se haga tu voluntad y que tu Hijo regrese a nosotros en su gloria. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Primera Lectura: Miqueas 5: 1-4

El profeta Miqueas vivió en un período en el que la tierra de Judá estaba bajo asedio y la gente había perdido la esperanza. Su desesperación pronto los llevo a la decadencia moral.

Después de que Miqueas los acusa de sus infidelidades, apela a ellos con un tema de esperanza. Les invita a considerar su amado Belén (el lugar de nacimiento de la línea del Rey David) como un lugar de donde vendrá un nuevo gobernante.

Como Iglesia, consideramos que este oráculo de Miqueas es una prefiguración de lo que iba a suceder en Belén cuando María dio a luz al rey recién nacido.

Nuestra Temporada de Adviento ahora da un giro. En vez de enfocarnos solo en la segunda venida del Señor (como en la primera 3 semanas), nos fijamos en la celebración de La Navidad. Esta primera lectura nos ayuda a hacer precisamente eso.

¡La Navidad es nuestra causa de esperanza! Jesús realmente es la razón de la temporada.

Pregunta

¿Cómo estás espiritualmente enfocando tu atención a la Navidad?

Segunda lectura: Hebreos 10: 5-10

Nuestra segunda lectura es bastante dramática y parece no encajar dentro de la alegre preparación de la temporada. Solo un domingo fuera de La Navidad, las palabras “víctimas ni ofrendas” parecen ofrecer un tono bastante sombrío.

Sin embargo, para que no olvidemos, el propósito de Cristo asumiendo nuestra carne mortal es reemplazar la antigua ley y sus sacrificios. Jesús vendría al mundo para salvar el mundo. Él haría esto ofreciéndose él mismo como un sacrificio de holocausto a Dios por nuestros pecados.

La razón de la temporada no es solo que Jesucristo nació, pero que Dios trajo salvación al mundo “por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez por todas.” Este es verdaderamente el más importante regalo de Navidad que jamás recibiremos!

Pregunta

De los regalos que puedes recibir esta Navidad, recuerda la esencia de la salvación por medio de Cristo. ¿Como planeas agradecer a Dios por tal regalo?

Evangelio: Lucas 1: 39-45

Durante las últimas dos semanas, nuestra atención ha estado en Juan Bautista. El objetivo de nuestro enfoque era ver que Juan no es El Cristo, sino más bien, un precursor del Cristo.

Para poder llevar este punto a casa, la iglesia nos hace leer la hermosa historia de María y Isabel en el pueblo de Judá en el Evangelio de hoy.

Aquí, vemos que Juan “saltó en su seno” a la venida del Señor. Llena del Espíritu Santo, es como si Isabel habla en nombre del joven profeta dentro de su vientre. Ella dice: “¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? ”

Inmediatamente, incluso antes de su nacimiento, Juan ya está apuntando al Salvador del mundo. La intención de la iglesia es clara cuando leemos de este pasaje de Lucas: “¡Cristo nuestro Señor ha llegado. Cantemos todos (y saltemos) de Alegria!”

Pregunta

¿Cómo podrás expresar exteriormente tu alegría por el verdadero propósito de la Navidad esta temporada?

La tarea de esta semana

Hay un regalo que puedes dar a otros que no tiene que ser envuelto.

Tu regalo de invitar a amigos o familiares a la Misa de Navidad contigo y / o invitándolos a ser parte de tu grupo de Cristo en nuestro vecindario puede cambiar para siempre sus vidas.

Pregúntales a dos personas que no han ido a la Iglesia por un tiempo y dales el regalo de una invitación a Cristo.

Oración del Grupo

Canta o di el Adviento de nuestro Dios:

El Adviento de nuestro Dios

Nuestras oraciones ahora deben emplear, Y debemos encontrarlo en Su camino Con himnos de santa alegría.

El hijo eterno Encarnado se digna ser;

Él mismo se pone la forma de un sirviente Para liberar a su pueblo.

Continúe con el Salmo 79.

Salmo

Respuesta: Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Escúchanos, pastor de Israel;

tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate;

despierta tu poder y ven a salvarnos.

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala;

protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste.

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.

Ya no nos alejaremos de ti;

consérvanos la vida y alabaremos tu poder.

R. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Concluir con el PADRE NUESTRO

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