4.o Domingo del Tiempo Ordinario
Oración
Padre amoroso,
Abre nuestros corazones a tu Palabra. Que tu Hijo, la Palabra de Vida, nos llene de alegría al reflexionar sobre su vida, muerte y resurrección. Que regocijemos de su presencia entre nosotros leyendo las Escrituras y compartiendo juntos nuestra fe.
Concédenos esto a través de Cristo nuestro Señor. Amén.
Comentario
Primera Lectura: Jeremías 1: 4-5, 17-19
La proclamación de la Palabra de Dios no es siempre bien recibida. El profeta Jeremías es muy consciente de esto. Despues, en otro verso, se queja a Dios por llamarlo de su juventud para ser un profeta: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir.” (Jer 20: 7) Jeremías asumió erróneamente que el trabajo era una bendición sin retos.
Dios apoya al Profeta y lo alienta con estas palabras: “Desde antes de formarte en el seno materno… te conozco… te consagré como profeta.” Dios no deja que falle su pre-ordenado y nombrado profeta. Le recuerda a Jeremías que las multitudes lucharán contra él, pero Dios estará con él para liberarlo.
Nadie quiere escuchar las partes difíciles de la Buena Nueva. Para muchos, ser desafiado por la Palabra de Dios debe ser evitado a toda costa. Esto hace que sea aún más difícil proclamar la Palabra de Dios en su totalidad. En tratar de no ofender, muchos de nosotros preferiríamos guardar silencio cuando estamos llamados para proclamar Su palabra.
Pregunta
¿Cuándo te sientes incómodo compartiendo la Palabra de Dios con otros?
Segunda lectura: 1 Corintios 12: 31-13: 13
Hay una tentación de mantener nuestra posición en una cuestión de verdad o principio, mientras que caemos fuera del amor con el otro en el proceso. Los esposos y las esposas saben bien de esto. Quizás, esta es la razón por la que esta lectura de los Corintios es a menudo la opción para bodas.
Manteniéndote firme en lo que crees puede ser bueno y santo. Sin embargo, si el amor por otro no es el propósito final de tu credo o creencia, entonces las palabras de San Pablo son claros: ” Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles … Aunque yo tuviera el don de profecía… mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, pero si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena y nada soy.”
El Prólogo al Catecismo de la Iglesia Católica. dice: “Toda la preocupación de la doctrina … debe ser dirigida al amor que nunca se termina.” Nuestra enseñanza debe “tener ningún otro objetivo además de llegar al amor.” (Catecismo, art., 25). En lugar de usar a la verdad como un martillo, el Amor debe prevalecer.
Preguntas
¿Cómo respondes a Jesús como quien es la Verdad y el Amor?
Evangelio: Lucas 4: 21-30
Nuestro pasaje evangélico comienza con el resplandor de las palabras de la multitud sobre Jesús: “Todos le daban su aprobación”. El evangelio termina con la misma multitud queriendo tirarlo por un precipicio.
¿Que pasó?
Después de reconocer las poderosas palabras y acciones de Jesús, comienzan a considerar sus credenciales: “¿No es éste el hijo de José?” Esta pregunta recibe una respuesta rápida del Señor: “nadie es profeta en su tierra.” Jesús procede para decirle a la multitud “fiel” que el evangelio será proclamado a los quienes realmente son receptivos a las Buenas Noticias, los Gentiles. Esto los enfurece.
El escritor del Evangelio de Lucas. (probablemente el mismo compañero de San Pablo) era un gentil y por esa razón su relato de la vida y el ministerio de Jesús favoreció a su cultura. Esto no quiere decir que la fe Judía fue despedida por el escritor del Evangelio, pero que Jesús (en Lucas) llenaría todas las esperanzas y profecías de Israel en proclamar el Reino a todas las naciones.
La multitud no estaba lista para escuchar estas palabras. Ellos vivieron en un momento en que los Judíos estaban tratando de sostenerse unidos – incluyendo su religión – mientras que estaban bajo el poder de los Romanos.
Aferrándose a sus verdades y preceptos, tenían poco tiempo, energía, o voluntad para considerar una fe que incluiya a todos. Sin embardo, su comportamiento exclusivo los prohibiría de ser lo que fueron llamados a ser – “Una luz para todas las naciones.”
Pregunta
¿Cómo es tu práctica de la fe inclusiva o exclusiva?
La tarea de esta semana
Considera pedirle a una persona a la que normalmente no pedirías que cene contigo, valla a una película contigo o que participe contigo en una junta de Cristo en Nuestro Barrio.
Oración del Grupo
Todos dicen lo siguiente:
Señor,
En nuestro bautismo, fuimos llamados a compartir la naturaleza profética de Cristo, tu Hijo. En Cristo:
Somos profetas de la verdad; Somos profetas del amor;
Somos profetas de la misericordia.
¡Haznos valientes en nuestra misión profética!
Continúe con el Salmo 70.
Salmo
Respuesta: Señor, tú eres mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza,
que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre,
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo.
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Concluir con el PADRE NUESTRO
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