Oracion
Padre amoroso,
Diste a Tu Hijo como sacrificio por nuestros pecados. ¿Como podemos negar el perdón de otros cuando consideramos lo que Él ha hecho por nosotros? Ayúdanos a fijamos en la cruz cuando fallamos de ser cariñosos y misericordiosos. Amen.
Comentario
Primera Lectura: Isaías 55: 6-9
Durante estas últimas semanas, hemos sido desafiados a examinar la forma en que somos cariñosos y misericordiosos. Nuestras lecturas de esta semana nos permiten continuar nuestro tema.
Rara es la vez en que nos enamoramos. Enamorarse puede ocurrir sólo unas pocas veces en la vida de una persona. Más a menudo que no, tenemos que hacernos amar. Incluso dentro del contexto del matrimonio, el amor es trabajo.
Nuestro amor por Dios no es diferente. “Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar,” dice Isaías. Esto es algo que debemos hacer al comienzo de nuestro día, dentro de nuestro día, y al final de nuestro día. Es trabajo.
El amor – incluso el amor por Dios – requiere oración y la oración es trabajo. De hecho, la palabra “Liturgia” significa trabajo público. Nuestra Misa de domingo, nuestra Liturgia de las Horas, y nuestras reuniones para la Adoración todas requieren trabajo. La Liturgia no sólo sucede, porque nuestro amor de Dios no sólo sucede. El amor y la liturgia requieren buscar al Señor y llamarlo “mientras que Él se pueda encontrar.”
Más que nada, nuestro amor por Dios significa dejar ir de nuestros viejos modos de ser, nuestra ira, nuestro orgullo, y aprender a perdonar – a perdonarnos a nosotros mismos, a los demás y a Dios.
Volviendo al Señor que ama y perdona hace que nuestro trabajo sea un poco más fácil. Cuanto más pasamos tiempo con el Señor que nos ama, lo más capaces somos de amar y perdonar.
Pregunta
-
- ¿Cómo trabajo en amar a Dios, a los demás, e incluso a mí mismo?
Segunda Lectura: Filipenses 1: 20-24, 27
Dejar ir de nuestros viejos caminos, y confiar en el Señor si toma trabajo. Es una tarea diaria. Afortunadamente, no tendremos que trabajar en amar para siempre. Cuando morimos y nos levantemos con Cristo viviremos en Amor eterno.
Este pensamiento ocupó la mente y el corazón de San Pablo que ansiaba estar con el Señor. Para Pablo, “la vida es Cristo, y la muerte es ganancia.”
San Pablo sabía que tenía que morir a las cosas de este mundo para vivir con el Señor en el cielo. Esta era su práctica diaria, su trabajo, y su liturgia.
Mientras él todavía viajaba en la tierra, fue atrapado entre el celo de estar en el hogar eterno del Señor y el celo por su ministerio a las iglesias que había establecido.
Teniendo un celo tanto para el cielo como para la misión que nos ha sido encomendada mientras en la tierra no sólo sucede. También se necesita trabajo. Mientras nosotros habitamos aquí, debemos mantener siempre la misión de Cristo. Debemos ser celosos por Su misión.
La tentación es frenar nuestra misión y tomar un descanso de nuestra obra para el Señor. Cuando hacemos eso, nos convertimos en complacientes y perdemos nuestro deseo por el cielo. Además, nos familiarizamos demasiados con las cosas pasajeras de este mundo como si este mundo fuera nuestro destino final.
Sin embargo, debemos pedirle a San Pablo que ore por nosotros en nuestro viaje y decir con él: “deseo de morir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor.”
Pregunta
-
- ¿Tengo celo por estar con Dios en el cielo?
Evangelio: Mateo 20: 1-16
Esta parábola apenas parece equitativa y justa.
Trabajando duro todo un día en el viñedo y encontrando que mi paga es la misma que la persona que trabajó sólo una hora. ¿Dónde está la justicia en eso?
Por supuesto, trabajar para el Señor es una cosa completamente diferente. El amor es trabajo. Pero los beneficios siguen siendo los mismos para aquellos que han estado en esta misión y trabajo de amor por años o incluso por unos minutos. El Señor mismo es nuestro beneficio y nuestra herencia.
Es imposible para nuestro Dios dar sólo un poco de sí mismo a algunos y más de sí mismo a los demás. Mediante a Su Hijo, él nos da todo Su Ser.
Por supuesto, cualquiera persona en la misión del Señor y que trabaja duro para amar y a perdonar es gozoso cuando alguien viene al Señor aun en su hora final en la tierra.
Es imposible trabajar en la viña del amor y – al mismo tiempo – ser envidioso de aquellos que llegan tarde al Señor.
Pregunta
-
- ¿Cuánto tiempo he estado trabajando en el viñedo de amor y perdón del Señor?
Tarea
Esta semana, nuestra Iglesia celebra la Fiesta de San Vicente de Paúl. Este es también el 400 aniversario de los Vicentinos que se dedican a servir a nuestros hermanos y hermanas que están en necesidad.
Muchas parroquias tienen centros de evangelización de San Vicente de Paúl. Estás invitado a involucrarte y ayudar a aquellos que lo necesitan.
También puedes visitar el siguiente sitio y aprender más sobre Los Vicentinos: https://www.svdpusa.org/
Oración grupal
El líder invita al grupo a orar juntos las siguientes palabras:
¿Por qué nos perdonas?
Cantamos Tus alabanzas en la liturgia y con la misma lengua maldecimos a otros.
¿Por qué nos perdonas?
Decimos que te amamos y seguimos pecando.
¿Por qué nos perdonas?
Te damos gracias por tus bendiciones y luego negamos bendecir a otros.
¿Por qué nos perdonas cada vez?.
El líder guiará al grupo en la oración del Salmo 144.
Salmo
Respuesta: Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarte.
Muy digno de alabanza es el Señor,
por ser su grandeza incalculable.
R: Cerca está el Señor de los que lo invocan.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
R: Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
R: Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Concluir con un Padre Nuestro
Utilizar con autorización. Todos los derechos reservados. Cristo en Nuestro Barrio es un programa de Escritura diseñado por el Obispo John Dolan de la Diócesis de Phoenix.