Oración  

Padre, que se haga tu voluntad. Ayúdanos a recordar que tenemos un lugar en Tu reino, donde vives y reinas, junto con tu Hijo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario

Primera lectura: Deuteronomio 6: 2-6

Nuestra serie CENB sobre el Banquete del Señor incluyo en Semana 22 de este año un repaso de los Diez Mandamientos.

Nuestra Primera Lectura y el Evangelio de esta semana nos invitan a ir más profundo a medida que reflexionamos sobre el propósito de cualquier mandamiento o ley de Dios.

La intención de Dios de establecer leyes y preceptos no es mostrar su poder y fuerza. Tampoco intenta que seamos esclavos a la ley. Más bien, el propósito de la ley era mantenernos en relación correcta y en comunión con Dios y con otros.

En las antiguas culturas orientales cercanas, la ley era un signo de gente unificada. Ayudaron a unificar a su rey con la gente y la gente entre sí. Las leyes estaban ahí para proteger su comunión. Este fue el propósito de las leyes y preceptos Judíos también.

Por esta razón, leemos en Deuteronomio, el principal propósito de la ley comunal es el AMOR.

Los niños obedecen las leyes para evitar el castigo o para obtener recompensas. Las personas de fe madura adoptan las leyes de Dios para permanecer en Su amor.

Pregunta

¿Por qué obedeces los mandamientos de Dios?

Segunda lectura: Hebreos 7: 23-28

Entendiendo que las leyes están destinadas a ser rotas, entonces debe haber una manera para reparar lo que esta roto. En realidad, lo que está roto nunca puede ser restaurado a lo que originalmente era. A menos que Dios interviene.

En la tradición Judía, Dios si intervino cuando las leyes fueron quebradas. Él estableció un sistema (rituales) con sacerdotes Hebreos para ofrecer sacrificios diarios a Dios para corregir y reparar el convenio de amor roto.

Nuestra segunda lectura nos recuerda que los sacerdotes de antaño estaban trabajando horas extras para mantener intacto el convenio de amor. Pero, por mucho que ofrecieran sacrificios día tras día, la gente continuaría pecando.

La conclusión es que faltaba su amor por el Señor. Por supuesto, Dios entendió esto y así nos proporcionó el mejor de todos los remedios. Se convertiría en uno como nosotros en todo menos el pecado, para que él pudiera ser esa persona justa quien era capaz de amar a Dios y la humanidad perfectamente.

Jesús (Dios y Hombre) se convirtió para nosotros en ese sumo sacerdote que se ofreció a nosotros como un sacrificio perpetuo (no diario) por nuestra salvación.

Preguntas

¿Cómo es la Misa una celebración de ese sacrificio perpetuo para nosotros?

Evangelio: Marcos 12: 28-34

“¡Si quieres llegar al cielo, déjame decirte qué hacer, Tienes que engrasar tus pies en estofado de cordero. Luego deslicete fuera de la arena resbaladiza, y suavemente muevete a la Tierra Prometida!”

Estas palabras de Woody Guthrie, Si bien humorísticas, son un ejemplo del pensamiento que muchas personas tienen sobre “llegar al cielo”.

Mientras que muchos pueden preguntarse cómo llegamos al cielo – como Cristianos Creemos que Cristo es el camino – pocos consideran lo que harán cuando llegan allí.

Si todo lo que hacemos es pensar que el cielo es mejor que la alternativa – el infierno no es muy prometedor – entonces faltamos la marca.

Porque el escriba responde a Jesús correctamente sobre las leyes de amor, Jesús dice: “No estás lejos del Reino de Dios.” De hecho, él entendió el propósito de las leyes de Dios, porque él entendió el propósito del Reino de Dios. Él sabía que las leyes y el reino se trataban completamente del amor. Entendió que el reino no estaba en algún lugar en la distancia porque el reino del amor podría ser vivido ahora mismo.

Pregunta

¿Es el cielo algo que anhelas o algo para que vives?

La tarea de esta semana

Considera leer un libro sobre un santo y meditar sobre su vida. Considera cómo él / ella no estaba lejos del Reino de Dios, mientras que estaba en la tierra. ¿Que página de la vida de ese santo pudieras tomar y aplicar a tu vida?

Oración del Grupo 

El grupo ofrece este acto de amor:

Oh Dios mío,

Te amo sobre todas las cosas con todo mi corazón y alma porque eres todo bueno

y digno de todo mi amor.

Amo a mi vecino

como a mi mismo por el amor de ti.

Perdono a todos los que me han herido

y pido perdón de todos a quien he herido.

Continúe con el Salmo 17.

Salmo 

Respuesta: Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.

Concluir con el PADRE NUESTRO 

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