Oración  

Señor del Cielo y de la Tierra, tú eres el creador de todas las cosas vivas. Nada se compara con tu grandeza. Sin embargo, nos has hecho para estar contigo. Una y otra vez, nos hemos alejado de ti. Sin embargo, por amor, nos llamas para que regresemos. No merecemos tu amor. ¿Que te podemos regresar por todo lo que has hecho por nosotros? Solo podemos levantar la Copa de la Salvación, tu Hijo, y darte gracias. Amén.

Comentario

Primera lectura: Éxodo 24:3-8

Nuestra solemnidad este fin de semana celebra lo que tradicionalmente se llama, Corpus Christi (Cuerpo de Cristo). Sin embargo, este año (El Ciclo B del Leccionario) nuestra Iglesia se enfoca en la Sangre de Cristo.

La Iglesia nos invita a reflexionar sobre el valor de la rociadura de la sangre de los toros sobre la gente y sobre el altar. Esta extraña costumbre era necesaria en los días de Moisés para traer acerca la comunión entre Dios y su pueblo.

Los toros representaban al pueblo de Israel. El completo derrame de la sangre de los animales representaba el total y completo compromiso de las personas al convenio con Dios. Derramar toda la sangre mostraba una finalidad a su Dedicación.

Rociando la sangre sobre el altar (que representaba a Dios) y sobre la gente fue un sellamiento del convenio.

Rociar la sangre sobre la gente le recordó a los israelitas que no era suficiente para que Dios perdone los pecados de la gente. Tuvieron que participar en el convenio y seguir al Señor con todo lo que tenían; con cada gota de sangre.

Pregunta

¿Cómo haces un retorno al Señor con todo lo que tienes?

Segunda lectura: Hebreos 9:11-15

La Carta a los Hebreos nos recuerda que Jesús, quien asumió nuestra carne, derramó toda su vida para Dios y para el pueblo de Dios. Con cada gota de sangre, Jesús ratificó el pacto entre Dios y la humanidad. Su sangre era suya propia y él no desperdició ni una gota. Ninguna sangre de toros podría satisfacer este pacto eterno.

El sacrificio de sangre de Jesús es un Sacrifico de una vez para siempre y para nunca ser repetido. A diferencia de los frecuentes y repetidos sacrificios de toros en los días de Moisés, el convenio sellado por la sangre de Cristo es eterno.

En su carta apostólica sobre La Preciosísima Sangre de Jesús, el Papa San Juan XXIII escribió: “Tú sabes bien que tu rescate no fue pagado en moneda terrenal, plata u oro; fue pagado en la preciosa sangre de Cristo; ningún cordero era tan puro, tan inmaculada una víctima.”

Como pecadores, manchados por nuestras propias fallas, no somos capaces de derramar nuestra propia sangre. Por lo tanto, la sangre intachable de Jesucristo satisfaría y completaría el nuevo convenio. De esta manera, Jesús es y siempre será el mediador entre Dios y su gente.

Jesús dijo: “No hay mayor amor que dar la vida por otro.” ¡Su sangre es derramada por ti! ¡Cada gota de Su sangre era para ti!

Pregunta

¿Cómo aprecias lo que hizo por ti derramando todo que él tenía para ti?

Evangelio: Marcos 14:12-16, 22-26

En el relato de Marcos sobre la Última Cena, escuchamos a Jesús decir: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos.”

Nuevamente, de la Carta a los Hebreos, entendemos que La sangre de Jesús es la única sangre aceptable para la salvación de le humanidad. El compartir de su sangre, salpicado en los labios de aquellos que reciben de Su copa y derramada sobre el altar de la Cruz, ratifica el nuevo convenio.

Su cuerpo, roto por nosotros, y su sangre, derramada por nosotros es el único para todos, nunca ser repetido sacrificio. Como Cristianos, venimos a recibir Su Cuerpo y Sangre en la celebración de la Eucaristía. Como lo recibimos, nuestro Padre Celestial lo recibe.

Nota: no “re-sacrificamos” a Cristo cuando venimos a Misa. Más bien, La Misa es una celebración del convenio eterno sellado para todos los tiempos y toda la gente. Como siempre recibiremos el único pan y la única taza, nuestro padre celestial siempre recibirá a Su Hijo y, a través de Él, Nuestro Padre siempre nos recibirá.

Pregunta

Después de reflexionar sobre estas lecturas,

¿de qué manera profundiza tu comprensión o celebración de la Eucaristía El sacrificio de Sangre de Cristo?

La tarea de esta semana

Si no has tenido la oportunidad de hacer una donación de sangre este año, considere visitar una estación de la Cruz Roja cerca de ti.

Oración del Grupo 

Reza la Letanía de la Preciosísima Sangre de Cristo:

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, escúchanos. Cristo, graciosamente escúchanos.

Dios, el Padre en el Cielo, ten piedad de nosotros. Dios el Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

Dios el Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Sangre de Cristo, Hijo unigénito del Eterno Padre, sálvanos. Sangre de Cristo, Palabra de Dios encarnado, sálvanos.

Sangre de Cristo, del Nuevo Testamento, sálvanos. Sangre de Cristo, cayendo sobre la tierra en La Agonía, sálvanos.

Sangre de Cristo, derramada profusamente en la flagelación, sálvanos.

Sangre de Cristo, fluyendo en la Coronación con espinas, sálvanos.

Sangre de Cristo, derramada en la Cruz, sálvanos. Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación, sálvanos.

Sangre de Cristo, sin la cual no hay perdón, sálvanos. Sangre de Cristo, refresco eucarístico de almas, sálvanos.

Sangre de Cristo, río de misericordia, sálvanos. Sangre de Cristo, victoriosa sobre demonios, sálvanos.

Sangre de Cristo, valor de los mártires, sálvanos. Sangre de Cristo, fortaleza de los confesores, sálvanos.

Sangre de Cristo, que da a luz a vírgenes, sálvanos. Sangre de Cristo, ayuda de los que están en peligro, sálvanos.

Sangre de Cristo, alivio de los cargados, sálvanos.

Sangre de Cristo, consuelo en la tristeza, sálvanos. Sangre de Cristo, esperanza del penitente, sálvanos. Sangre de Cristo, consuelo de los moribundos, sálvanos.

Sangre de Cristo, paz y ternura de corazones, sálvanos.

Sangre de Cristo, prenda de la Vida Eterna, sálvanos. Sangre de Cristo, liberando almas del Purgatorio, sálvanos.

Sangre de Cristo, muy digna de toda gloria y honor, sálvanos.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, O Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, graciosamente, escúchanos, O Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

Oremos: Dios omnipotente y eterno, Tú has nombrado a Tu Hijo unigénito El Redentor del mundo, y quisiste ser apaciguado por Su Sangre, concede, te pedimos que podamos dignamente adorar este precio de nuestra salvación, y a través de su poder salvaguardado de los males de esta vida presente, para que podamos regocijarnos en sus frutos para siempre en el cielo. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.

Concluir con el PADRE NUESTRO 

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