Oración  

Padre amado, Tú nos has dado la virtud de la fe para seguir a tu hijo. Que podamos poner nuestra fe solo en Él y encontrar, al final de nuestro viaje en la tierra, un lugar contigo en el cielo. Concede esto por Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Primera lectura: Ezequiel 2: 2-5

¿Con qué frecuencia escuchamos a la gente decir: “No veo a Dios en mi vida; No escucho a Dios en mis oraciones; No siento la presencia de Dios?”

Cuando confiamos solo en nuestros cinco sentidos, nos falta fe. Necesitamos dejar que nuestra fe interna reconozca a Dios entre medio de nosotros. Si no aprovechamos de la virtud de la fe, comenzamos a rebelarnos. Tenemos nuestros derretimientos.

El profeta Ezequiel entendió esto cuando fue enviado a los Israelitas. Él entendió que eran “testarudos y obstinados,” porque no reconocieron que él fue un profeta de Dios enviado a ellos.

Los Israelitas y toda la humanidad han sido rebeldes hacia Dios desde el comienzo de los tiempos.

Siempre hemos clamado a Dios para que esté con nosotros. Sin embargo, mientras lloramos, no abrimos nuestros ojos de fe para ver que Dios siempre ha estado en nuestras vidas.

Incluso los más fieles de nosotros pueden tener momentos de duda. Sin embargo, a menos que practiquemos nuestra fe, podemos encontrar que nosotros mismos somos “testarudos y obstinados.”

Pregunta

¿Cómo practicas tu fe para evitar tener un corazón rebelde?

Segunda lectura: 2 Corintios 12: 7-10

A San Pablo se le concedió el privilegio único de tener una revelación de Dios. Recuerda su conversión en su camino a Damasco. Él y sus compañeros escucharon la voz de Jesús, usando su propio sentido del oído. (Hechos 9)

Pablo reconoció que todos sus discípulos no habían disfrutado la misma revelación. Sin embargo, llegaron a creer basados en su testimonio y su proclamación de las Buenas Noticias. En esencia, sus propios estudiantes tenían que confiar estrictamente en la fe y no en sus sentidos.

Pablo reconoce que la revelación de Cristo en Damasco no es nada para mantenerlo eufórico. Más bien, él entiende que le “basta la gracia” del Señor. Ya sea que veamos al Señor con nuestros sentidos físicos o solo estrictamente por la fe, “basta la gracia” del Señor.

Es la gracia de Cristo que nos da la fuerza para cargar nuestra cruz y mantenernos en su misión. Sea o no sea que lo vemos, lo sentimos o lo escuchamos, sabemos que todavía está con nosotros.

Pregunta

¿Cómo ha sido suficiente la gracia de Cristo para ti?

Evangelio: Marcos 6: 1-6

En nuestra primera lectura, Ezequiel no fue reconocido como profeta de Dios. En el Evangelio, Jesús, tampoco es reconocido.

La gente de su pueblo sabe de sus orígenes. Ellos conocen a su familia y a sus parientes. Sin embargo, solo ven con sus sentidos. Su conocimiento de Jesús se deriva de la experiencia sensorial.

Reconocieron que tenía una gran sabiduría y que fue capaz de curar algunos enfermos, pero se asombraron porque ellos “sabían” de donde él vino. Aunque estaban “asombrados” Jesús estaba “extrañado.” Como leemos, Jesús “estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente.”

Durante estas últimas semanas, hemos estado reflexionando sobre la Virtud de Fe. Tal vez es hora de tomar una cuenta de nuestra propia fe en Cristo. En lugar de confiar en evidencia empírica (conocimiento a través de los sentidos), necesitamos poner nuestra fe en el Señor

Pregunta

¿Cómo honras a Cristo, el verdadero Profeta, incluso cuando no sientes su presencia?

La tarea de esta semana

Estos hábitos deportivos útiles te ayudarán a practicar tu fe:

Trabajo en equipo: dedícate a los estudios grupales regulares o reflexiones usando Cristo en nuestro vecindario u otras programas.

Llegue temprano al campo: sea proactivo en su vida de oración y evita ser reactivo.

Encuentre un entrenador: busque un compañero de oración o encuentre un director espiritual para ayudarte en tu viaje de fe.

Oración del Grupo 

El grupo ofrece esta oración por Santa Madre Teresa: “El fruto de la oración es la fe,

el fruto de la fe es amor,

el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz.”

Comencemos a cambiar el mundo para lo mejor al regresar humildemente en la oración a Dios, el Creador de todo lo que existe. Que seamos renovados en la fe.

Continúe con el Salmo 

Salmo 122

Respuesta: Ten piedad de nosotros, ten piedad.

En ti, Señor, que habitas en lo alto,

fijos los ojos tengo,

como fijan sus ojos

en las manos de su señor, los siervos.

R. Ten piedad de nosotros, ten piedad.

Así como la esclava en su señora

tiene fijos los ojos ,

fijos en el Señor están los nuestros,

hasta que Dios se apiade de nosotros.

R. Ten piedad de nosotros, ten piedad.

Ten piedad de nosotros,

ten piedad, porque estamos, Señor,

hartos de injurias;

saturados estamos de desprecios,

de insolencias y burlas.

R. Ten piedad de nosotros, ten piedad.

Concluir con el PADRE NUESTRO 

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