XXV Domingo del Tiempo Ordinario   
Oración  

Padre, creemos que Jesucristo es Tu Hijo Unigénito y, a través de Él, tenemos vida eterna. Por el poder del Espíritu Santo, quien hace que conozcamos a Cristo, Te pedimos que podamos siempre permanecer en Tu amor y encontrar nuestro lugar contigo en el cielo. Te lo pedimos a través de Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Primera lectura: Sabiduría 2:12, 17-20

La lectura de La Sabiduría se enfoca en el tema que fue profesada la semana pasada en la profecía de Isaías. El tema es lo mismo: el que ha de venir (el Señor) sufrirá y será puesto a muerte.

Nuevamente, el tema encaja con el Evangelio de esta semana donde Jesús predice su propio sufrimiento y muerte, así como también su vindicación (Él se resucitará).

El Libro de la Sabiduría adquiere un giro adicional (en comparación a Isaías). En esta lectura, la Sabiduría tiene la conspiración malvada de poner al “justo” a prueba. Mientras que Isaías y Sabiduría comparten el mismo diseño (sufrimiento, muerte y vindicación), La Sabiduría quiere probar la profecía. Los malvados dicen: “vamos a ver qué le pasa.”

Como Cristianos, conocemos toda la historia. Entendemos que este diseño profético se cumplió, y en parte por aquellos que conspiraron contra él. El resto de esta profecía (Su vindicación) fue cumplida solamente por Dios.

Pregunta

¿Alguna vez has intentado a poner a Dios a prueba?

Segunda lectura: Santiago 3: 16-4: 3

En nuestra primera lectura, son los malvados que conspiran contra el justo. ¿Porque querrían hacer tal cosa? Nuestra lectura de Santiago nos da una pista. Se lee, “Donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas.”

Los malvados no nacen malvados. Nacen para ser como Dios los creó para ser y nada más o menos. La maldad proviene del deseo de ser algo que no somos. Comenzando con Satanás mismo – Adán y Eva también – que querían “ser como Dios,” la maldad y la pecaminosidad nacen de los celos. Al Celoso, Santiago advierte: “Ustedes codician lo que no pueden tener.”

El tema general para nuestra reflexión de 6 semanas ha sido, “¿Quién Soy?” Si reconozco mi verdadera identidad (quién soy), no tengo necesidad de estar celoso. Soy como Dios me creó para ser – nada más y nada menos – “soy imparcial y sincero,” como escribe Santiago.

Pregunta

¿Estás satisfecho con quién eres? O, ¿preferirías ser alguien que no eres?

Evangelio: Marcos 9: 30-37

Jesús está más que satisfecho con su identidad. Él sabe quién es y, por eso, sabe a dónde está yendo. En su camino a Jerusalén, leemos, “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará.”

Cuando sabemos quiénes somos, sabemos a dónde vamos.

Los Apóstoles “no entendían aquellas palabras” de Jesús porque ellos ni entienden su propio identidad ni a dónde van. Esto se hace evidente cuando Jesús los atrapa “discutiendo sobre quién de ellos era el más importante.”

“Las malas pasiones”, como Santiago escribe, de hecho existen. Estos apóstoles están compitiendo por grandeza, incluso cuando Jesús revela su propia humildad. Una vez más, Jesús les da una lección, “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.” Jesús – quien es Dios – ha aceptado su verdadera identidad para ser “el sirviente de todos.”

Pregunta

Cuando sabemos quiénes somos, entonces conocemos nuestro propósito y misión ¿Conoces tu misión?

La tarea de esta semana

¿Cuándo fue la última vez que estuviste en un retiro?

¿Cuándo fue la última vez que tuviste un día espiritual para ti mismo?

Interrumpiendo tu vida ocupada con un paseo espiritual en el parque, o unos días de retiro en un monasterio te ayudará a descubrir o redescubre quién eres como Cristiano y hacia dónde vas.

Establece un tiempo en tu calendario para un retiro o días de reflexión en el próximo año. ¡Lo necesitas!

Oración del Grupo 

El grupo ora juntos lo siguiente:

Señor, una vez más tomo mi cruz y te sigo. Perdóname por cada día elegir ser COMPLACIENTE.

Perdóname por los tiempos que he intentado hacer la carga de mi cruz más CÓMODO.

Perdóname por los tiempos que no te he seguido porque no era CONVENIENTE.

Señor, una vez más tomo mi cruz y te sigo.

Sacude mi complacencia. Quítame mis comodidades. Que mi amor por ti sea una fuerza motriz para vivir con alegre entrega.

Señor, una vez más tomo mi cruz y te sigo.

Continúe con el Salmo 53.

Salmo 

Respuesta: El Señor es quien me ayuda.

Sálvame, Dios mío, por tu nombre, con tu poder defiéndeme.

Escucha, Señor, mi oración, y a mis palabras atiende.

R. El Señor es quien me ayuda.

Gente arrogante y violenta contra mí se ha levantado, Andan queriendo matarme.

¡Dios los tiene sin cuidado!

R. El Señor es quien me ayuda.

Pero el Señor Dios es mi ayuda, él, quien me mantiene vivo.

Por eso te ofreceré

con agrado un sacrificio, y te agradeceré, Señor,

tu inmensa bondad conmigo.

R. El Señor es quien me ayuda.

Concluir con el PADRE NUESTRO 

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