Oración  

Padre, creemos que Jesucristo es Tu Hijo Unigénito y, a través de Él, tenemos vida eterna. Por el poder del Espíritu Santo, quien hace que conozcamos a Cristo, Te pedimos que podamos siempre permanecer en Tu amor y encontrar nuestro lugar contigo en el cielo. Te lo pedimos a través de Cristo nuestro Señor. Amén.

Comentario

Primera lectura: Génesis 2: 18-24

Mientras consideramos la pregunta “¿Quién soy?” podríamos con razón agregar a eso, “¿Quién soy en relación o comunión con Dios y otros?”

Nuestra primera lectura nos lleva de vuelta al principio donde estábamos destinados a estar en comunión con Dios y con otros. Nacido de la tierra y el aliento de Dios, Adán estaba en comunión con el Señor y la creación. Nacida de la costilla de Adán y por el poder de Dios, Eva era su pareja apropiada.

Génesis nos da una maravillosa imagen de lo que significa ser en perfecta comunión. El hombre y la esposa deben ser una sola carne, proporcionando así un icono perfecto o imagen de espejo de la unidad de Dios con nosotros. Esta perfecta comunión de hombre y mujer solo será superada por Dios convirtiéndose perfectamente en uno con nosotros a través de Jesús, que asumió nuestra “carne.”

Verdaderamente, Dios y la humanidad “se vuelven en una sola carne.”

Pregunta

¿Cómo ves al Sacramento del Matrimonio como un imagen de espejo o icono de la comunión de Dios con nosotros?

Segunda lectura: Hebreos 2: 8-11

Dios nos ama tanto que con nosotros Él eligió “hacerse una sola carne”. El libro de los Hebreos nos recuerda que La Palabra de Dios (Cristo) se convirtió en “inferior a los ángeles”, para que él pudiera probar la muerte para todos.

Convirtiéndose en uno en carne con nosotros era solo el comienzo de nuestra perfecta comunión con Dios. Lo mismo es cierto para el matrimonio. En los fines de semana de encuentros para comprometidos, se les recuerda a las parejas que una boda es por un día, pero un matrimonio es para toda la vida. Aunque consuman su matrimonio en el primer día, tienen muchos más días para “amar y honrar, en tiempos buenos y malos,” hasta que la muerte los separe. Sólo cuando Jesús nos mostró la profundidad de su amor sufriente y sacrificial – en tiempos buenos y en los malos – nos haríamos creer la profundidad del amor de Dios por nosotros.

Al volverse más bajo que los ángeles, nuestro Dios nos consagra y “no se avergüenza” de llamarnos hermanos o hermanas. Jesucristo es nuestro hermano y él permanecerá en nosotros. Él no nos abandona.

Pregunta

¿De qué manera muestras la profundidad del amor de Dios a través de tu vida cristiana?

Evangelio: Marcos 10: 2-16

La imagen del matrimonio en las lecturas de esta semana continúa en el Evangelio de Marcos. Cuando se le preguntó sobre el dilema de divorcio, Jesús lleva a la multitud a el comienzo de la creación donde Dios hizo a los humanos tanto hombres como mujeres y como compañeros apropiados.

Si los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus

– como el autor John Gray lo tendría – pero aun así encuentran una manera de ser “una sola carne”, imagina cuán misterioso es para que nuestro Creador Dios se convirtiera en “una sola carne” con Su creación y permaneciera con nosotros incluso a (y a través de) su muerte.

Dios no se divorcia de nosotros, porque Dios ahora es uno con nosotros. Dios que es divino toma nuestra humanidad para que nosotros, que somos humanos, podríamos tomar su divinidad. Este matrimonio divino- humano no termina en divorcio, sino que permanece por siempre. Si el matrimonio Cristiano debe ser un espejo del matrimonio de Dios con nosotros a través de la vida, la muerte, y la resurrección de Cristo, entonces podemos decir verdaderamente “Amén” al mandato de Jesús: “lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.”

Pregunta

¿Cómo estás haciendo un esfuerzo de compromiso para permanecer en matrimonio con Dios?

La tarea de esta semana

El Sacramento del Santo Matrimonio es más que un hombre y esposa compartiendo juntos una vida. Es un Sacramento de Vocación e imagen de espejo del matrimonio de Dios con nosotros.

Si tú o alguien que conoces no está casado en la Iglesia, considera buscar a un sacerdote o diácono para discutir el propósito y el valor de la vocación Sacramental del matrimonio.

Oración del Grupo 

Cada miembro está invitado a considerar, en silencio, una pareja casada que tiene una necesidad particular por quien se puede rezar. Después de un período de silencio, el grupo reza lo siguiente:

Padre, a través de Tu Hijo, has hecho un enlace eterno con la humanidad.

Que los que son llamados a la santidad del matrimonio reflejen tu amor por todos nosotros.

Bendice a las parejas que están luchando en su vocación y fortalece el amor entre ellos. Amén

Continúe con el Salmo 127.

Salmo 

Respuesta: Dichoso el que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos:

Comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien.

R. Dichoso el que teme al Señor.

Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa;

sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

R. Dichoso el que teme al Señor.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”.

R. Dichoso el que teme al Señor.

Que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

R. Dichoso el que teme al Señor.

Concluir con el PADRE NUESTRO 

Utilizar con autorización. Todos los derechos reservados. Cristo en Nuestro Barrio es un programa de Escritura diseñado por el Obispo John Dolan de la Diócesis de Phoenix.