Transcripción del video
Mis hermanos y hermanas en Cristo,
¡Jesucristo ha resucitado de la muerte! Con su fallecimiento aplasto a la Muerte, y a los que estaban en las tumbas les dio la vida. Esta oración de los Católicos Bizantinos expresa muy bien la razón de nuestra esperanza. Hemos podido hacer frente a esta pandemia debido a la victoria de Nuestro Señor Resucitado.
A finales de la semana pasada, empecé a trabajar junto con nuestros Párrocos en un plan para restaurar la vida de la parroquia, al cual llamamos: ¡RESUCITANDO CON CRISTO! Invite a los párrocos a que entablaran conversaciones con los miembros de su personal y otros líderes para ver de qué manera pueden comenzar a invitar a sus feligreses a recibir la Comunión después de la transmisión en vivo de la Misa.
Afortunadamente, muchos párrocos, con la ayuda de su personal y voluntarios, encontraron la manera de llevar a cabo los preparativos necesarios y empezar a invitar a sus feligreses a recibir a Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. El profundo agradecimiento de los fieles fue muy conmovedor. ¡Algunas parroquias tuvieron filas alrededor de la iglesia! ¡Otras hicieron líneas en el estacionamiento! En los lugares en los cuales pudimos comenzar esta práctica, hubo muchas lágrimas de alegría, y alabanza.
A pesar de que no a todas las parroquias les fue posible iniciar el plan, algunas darán inicio este domingo, y hay algunas otras que les seguirán después. La Comunión será una vez más distribuida después de la transmisión en vivo de la Misa, y se tendrá especial cuidado en acentuar los maravillosos misterios de la Eucaristía en la presencia viva de nuestro Señor.
Estoy consciente de que algunas parroquias y misiones enfrentan obstáculos difíciles que deben de superarse antes de invitar a los feligreses a recibir la Comunión. Cada comunidad es diferente y se necesitara mucha paciencia de parte de cada uno de nosotros. El aprender y mejorar llevara tiempo. Esta no es, de ninguna manera, una tarea pequeña, y requiere tanto reverencia por nuestro Señor y precauciones para resguardar la seguridad física de cada uno – voluntarios, personal y el clero. Por lo que por favor le pido que ore por su Párroco y pregúntele de qué manera puede usted ayudarle. A medida que tomamos decisiones para restaurar la vida parroquial, recuerde que nuestro progreso será gradual, y de ninguna manera perfecto. Es probable que enfrentemos algunos desafíos y experimentemos frustraciones. Necesitaremos armarnos de paciencia, y deberemos de practicar el distanciamiento social, la autoprotección y el lavado frecuente de manos.
Cuando reciba la Sagrada Comunión en un entorno en el cual puede que no se le permita la practica usual de regresar a su banca para orar en privado, haga todo lo posible por encontrar un momento de tranquilidad que le permita estar presente con Jesús en silencio y adoración, tal vez en un lugar que sea adecuado para orar en silencio o incluso en su carro.
Al practicar usted el distanciamiento social y seguir los protocolos de seguridad, puede que se sienta extraño no poder abrazar o estrechar la mano de otras personas, pero con un pequeño esfuerzo de nuestra parte, podremos expresar nuestro amor en Cristo de otras maneras – a través de una sonrisa y un saludo amistoso o quizás con una oración en el silencio de nuestro corazón. ¡Existen tantas cosas que no son normales para nosotros en estos días! Pero en los buenos momentos y en los tiempos difíciles, recuerde el mandamiento de Jesus “Amemonos los unos a los otros como yo los he amado”. Hermanos y hermanas, eso es algo que nosotros podemos hacer. Durante esta pandemia, podemos ser testigos fieles del amor de Dios. Como San Pablo escribió, “El amor es paciente, es servicial… el amor no tiene envidias… todo lo tolera, todo lo cree, todo lo espera, soporta todo. El amor nunca falla”
Hablando del amor ¡Este fin de semana es Dia de las Madres! Normalmente las familias estarían llenando nuestra iglesias celebrando el regalo de la maternidad, y agradeciendo a nuestras Mamás por su bondad y su amor. A pesar de esto no es posible este año, permítanme dedicarles unas palabras especiales a nuestra madres: ¡Gracias por decir si a la vida, gracias por decir si al amor, y gracias por todo lo que hacen por sus familias!
Durante esta pandemia, muchas de ustedes han estado trabajando arduamente en sus hogares. Algunas han tomado tareas adicionales de enseñanza, a la misma vez que continúan manteniendo muchas de sus responsabilidades. Otras mamás han estado ayudando a sus hijos adultos con apoyo emocional, espiritual y financiero. Para todas ustedes, incluyendo mi propia Madre querida ¡Feliz día de las Madres!
Veamos también, de manera especial, a la Santísima Virgen Maria, madre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de la Iglesia. Querida Maria, Madre amorosa, ruega por nosotros y por nuestros seres queridos. Cobíjanos bajo el manto de tu protección. Que seamos salvados de lo peor de esta pandemia.
Nuestra Señora de Guadalupe, Ruega por Nosotros.
Jesus, en ti confiamos.
Que Dios todopoderoso los bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amen.