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Mis hermanos y hermanas en Cristo,

Este próximo domingo celebraremos la gran Fiesta de Pentecostés – el cumpleaños de la Iglesia. Con gran jubilo, alabaremos al Padre por derramar en nosotros el Espíritu Santo y unirnos con Jesus, su Hijo amado.

Las obras y enseñanzas que Jesucristo llevo a cabo antes de su Muerte y Resurrección, las continúo realizando y enseñado después de Pentecostés, a través de los miembros de Su Iglesia. Fue de esta manera que el reino de Jesus dio inicio en Galilea y se extendió por todo el Imperio Romano y mas allá.

Dondequiera que el Espíritu era bienvenido, Movía los corazones humanos que confiaban en Su verdad y misericordia. El Espíritu trajo a la vida las palabras de Jesus,  “No temas…, pequeño rebaño, porque al Padre le ha placido darnos el Reino”. Mediante el soplo del Espíritu Santo, nosotros que somos los discípulos de Jesus en la actualidad, encontramos la valentía para ser Sus testigos fieles.

Ya sea que los tiempos sean pacíficos o no, e incluso cuando hacemos frente a una pandemia, la Iglesia continúa dando buenos frutos. El Padre se complace en darnos su Reino.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, al prepararnos para Pentecostés del 2020, tengamos en cuenta tres cosas:

  1. Recuerde que el don principal del Espíritu es el amor. San Pablo escribe: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo quien ha sido dado a cada uno”. Por consiguiente, cada día digámosle a Jesus: “Seré amor, donde sea que me coloques, sin importar el tiempo o el lugar, sin importar a quien me llamaste a servir”.
  2. Recuerde que el primer efecto del don del amor es el perdón. Por lo tanto, seamos pacientes y comprensivos con todos. Durante la incertidumbre de la pandemia, nuestros nervios pueden hacerse trizas y nuestra paciencia es puesta a prueba. Pero el perdón cubre una multitud de pecados.
  3. Recordemos las palabras de San Pablo, “El Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades”. Él nos ayuda haciendo presente a Cristo entre nosotros en los Sacramentos, con Su tierna misericordia en el Confesionario y supremamente en la Santa Eucaristía. Cuando Jesus esta con nosotros ¿A quién podríamos tenerle miedo?

Esta semana pasada, uno de nuestros buenos sacerdotes me escribió las siguientes palabras: “Estoy convencido que la abstinencia necesaria de los sacramentos ha creado … un deseo profundo entre los fieles por su Señor y Salvador”. Sus palabras suenan verdaderas ¿sí? Durante el primer Pentecostés, los Apóstoles y sus compañeros habían esperado por 50 días, los cuales parecían una eternidad, pero estos días profundizaron su anhelo por el don del Espíritu Santo. Sabían que sin el fuego del Espíritu Santo no podían continuar. Pero una vez que estaban llenos sus almas con Su amor, nada podía impedirles dar testimonio del Reino de Dios.

Este próximo Domingo, el mismo Espíritu Santo será derramado nuevamente sobre usted y sobre mí. Hoy y en el futuro, es nuestro turno para ser aquellos mediante los cuales Jesus continúa redimiendo al mundo. No tenemos que ir muy lejos para realizar sus obras. No necesitamos hablar con extraños – lo podemos hacer dentro de nuestros propios hogares. Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, es la historia de la vida de Jesucristo trabajando dentro de nosotros, quienes creemos en El.

Nuestra Señora de Guadalupe, Santa Patrona de la Diócesis de Phoenix, ruega por nosotros.

Jesus, en ti confiamos.

Que Dios Todopoderoso los bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amen.