17 de agosto de 2018

Queridas hermanas y hermanos en Cristo,

Les escribimos este día para expresar nuestra profunda tristeza e ira por las recientes revelaciones que rodearon al arzobispo Theodore McCarrick y al recientemente publicado informe del Gran Jurado de Pensilvania. Estas acciones vergonzosas y malvadas han perjudicado a muchas personas inocentes, especialmente a los jóvenes; y son completamente inexcusables. Estas también han causado gran dolor, confusión y consternación entre nosotros, laicos, religiosos y clérigos, quienes seguimos comprometidos con el Evangelio de Jesucristo. Lamentamos que hayan tenido que soportar esta angustia.

Apoyamos el reciente anuncio del Cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, de un nuevo plan que involucrará a laicos, expertos y al Vaticano para proporcionar la mayor protección posible contra depredadores en la Iglesia y cualquiera que los encubra. Damos la bienvenida a estos esfuerzos y renovamos nuestros propios compromisos de hacer todo lo posible para proteger a los jóvenes y otras personas que son vulnerables, y para brindar sanación a quienes han sido maltratados.

Los tres objetivos de este nuevo esfuerzo son los siguientes: una investigación de los cuestionamientos que rodean al Arzobispo McCarrick; una apertura de nuevos y confidenciales canales para denunciar quejas contra obispos; y abogar por una resolución más efectiva de quejas futuras. Estos objetivos se perseguirán según tres criterios: independencia propia, autoridad suficiente y liderazgo sustancial de los laicos. Nuestra oficina de Protección de Niños y Jóvenes continúa brindando asistencia a las víctimas y capacitación continua sobre el medio ambiente seguro a nuestras escuelas y parroquias en la Diócesis de Phoenix.

Durante este tiempo oscuro y doloroso, también hay una gran necesidad de mirar hacia la luz y la curación de Jesús. Como nuestro Señor dijo, algunos males solo pueden ser expulsados mediante la oración y el ayuno. Los invitamos, como sus pastores, a unirse a nosotros en oración, ayuno y sacrificio por la purificación de nuestra Iglesia. En particular, pedimos que todos los sacerdotes, diáconos, hombres y mujeres en la vida consagrada y los fieles laicos se unan en ayuno y oración el 22 de agosto, fiesta de María Reina, y el 29 de agosto, día de la Pasión de San Juan el Bautista. Que el cuidado maternal y la poderosa intercesión de Nuestra Señora traigan la luz de su Hijo a nuestra adolorida Iglesia.

Unidos en Cristo, somos sinceramente suyos,

 

+Thomas J. Olmsted
Obispo de Phoenix

 

+Eduardo A. Nevares
Obispo Auxiliar de Phoenix