Transcripción del video
Mis hermanos y hermanas en Cristo,
En una variedad de maneras, Jesus cumple constantemente con su promesa: “He aquí, estoy contigo siempre”. Sobre todo, en el Santo Sacrificio de la Misa, Jesus nos ofrece el regalo de su propio Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En este maravilloso misterio del amor, se encuentra la fuente y la cima de la vida de la Iglesia en Jesucristo. Como dijo San Juan Pablo II: “La Iglesia recibe su vida de la Eucaristía”. Esto explica por qué hubo tanta alegría el domingo pasado, cuando la celebración publica de la Misa reinicio nuevamente en nuestra Diócesis. Aunque el numero de personas que asistió fue limitado, debido a que la gravedad de la pandemia del COVID-19 todavía continua, me siento profundamente agradecido de que muchas parroquias pudieron llevar a cabo los pasos necesarios para resumer este acto central de la Iglesia. Esperamos que otras comunidades parroquiales sigan el mismos pasos cuando sientan que es seguro hacerlo. Estando consciente de que la unidad no significa uniformidad, me siento agradecido con nuestros párrocos y su personal por sus esfuerzos por discernir cuando les es posible y prudente llevar a cabo públicamente el mandato que Jesucristo hizo en la Ultima Cena: “Hagan esto en conmemoración mía.”
Si bien hemos hecho lo posible de nuestra parte para frenar la propagación del COVID-19, las palabras de “distanciamiento social” expresaron un protocolo clave para mantenernos a salvo. Recientemente, un sacerdote ya mayor me envió una nota diciéndome que no deberíamos de alentar el uso de esta frase, debido a que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza propia. Creados en la imagen de la Santísima Trinidad, estamos llamados a encontrarnos los unos a los otros, no a distanciarnos socialmente de otras personas, sino al contrario, debemos de desarrollar relaciones saludables y vivir en armonía construida en base al amor y la verdad.
Por supuesto, estamos consientes de que el termino, “distanciamiento social”, fue ideado con la intención de prevenir la propagación de una enfermedad peligrosa, para mantener una separación física de las personas, y con el propósito de frenar la pandemia. Aun así, el termino “distanciamiento social” pudiera implicar un alejamiento emocional y humano. Una frase mas adecuada para utilizar es “distanciamiento físico” porque podemos estar separados en espacio, pero necesitamos mantenernos socialmente cercanos con nuestra familia, con nuestros amigos, y con todos nuestros hermanos y hermanas en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Recordemos que las precauciones tomadas durante los últimos meses se hicieron teniendo en cuenta el bienestar de la salud pública. El domingo pasado, algunas personas pudieron reunirse para la celebración de la Misa, pero el riesgo aún permanece latente para muchos. La dispensación general de la obligación de la Misa Dominical continua. Por lo tanto, usted, con la guía de la Luz del Espíritu Santo, determine que es lo mejor para usted y su familia. Aliento a los Católicos de la Diócesis de Phoenix que son vulnerables o ancianos, a quedarse en casa. Vea la Misa por televisión o la transmisión en vivo por Internet desde su parroquia, y haga una comunión espiritual.
Aquellos de ustedes que pueden asistir a misa en persona, podrán notar como es que nuestras parroquias están trabajando arduamente para limpiar y desinfectar los espacios públicos. Sin embargo, es importante que las personas y sus familias asuman la responsabilidad personal de protegerse a sí mismos y a adherirse a las directrices del distanciamiento físico, lavarse las manos con frecuencia y usar cubre bocas cuando se encuentran en público. Si bien esto puede ser un sacrificio, recuerde que estas precauciones no solo servirán para protegerse a sí mismo, sino también al resto de las personas que lo rodean.
Recuerde las maravillosas palabras de Jesus durante la Ultima Cena: “Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece en mi y yo en él, ese da mucho fruto, pero sin mí, no pueden hacer nada”. A medida que avanzamos en esta pandemia, saboreemos esas palabras de Jesucristo Nuestro Señor. Al igual que la Sagrada Familia de Nazaret, mantengámonos conectados los unos a los otros con actos de bondad, oremos sin cesar los unos por los otros, y en unión con Cristo, démosle a Dios el honor y la gloria.
Nuestra Señora de Guadalupe, Santa Patrona de la Diócesis de Phoenix, ruega por nosotros.
Jesús, en ti confiamos.
Que Dios todopoderoso los bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.