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Mis hermanos y hermanas en Cristo,

Hace poco, una familia converso conmigo acerca de su experiencia con la Educación Católica. Ni el esposo o la esposa se había educado en Escuelas Católicas, y durante algunos años, tomaron la decisión de colocar a sus hijos en escuelas públicas. Sin embargo, cuando se mudaron a Arizona, volvieron a analizar la cuestión de proporcionar Educación Católica a sus hijos.

Al principio tenían dudas debido a que tendrían que sacrificar sus ingresos para cubrir las colegiaturas. Sus hijos tampoco estaban demasiado emocionados, ya que se sentían frustrados por tener que dejar atrás a sus antiguos amigos y tener que encontrar nuevos, además de que deberían asistir a misa e incluso ¡usar un uniforme!

A veces, escuchar historias como esta nos recuerda que las Escuelas Católicas son un gran regalo para nuestros jóvenes y sus padres. Muchas familias nunca tuvieron la oportunidad de recibir una Educación Católica. Cuando yo era niño, estudie en una pequeña escuela en la que solo asistían unos cuantos alumnos – ¡y nuestra familia era la única familia Católica! Era una buena comunidad y tengo muchos recuerdos maravillosos de mi tiempo allí, pero cuando ingresé al seminario, finalmente tuve la oportunidad de experimentar la Educación Católica, y comencé a darme cuenta de lo mucho que me había perdido. Me asombró la riqueza de la herencia intelectual Católica.

Mi mente y mi corazón se volvieron como esponjas absorbiendo las visiones y la belleza de Santos Sabios como Tomás de Aquino y Alberto el Grande, Bernardo de Claraval y Teresa de Ávila, Agustín, Basilio el Grande y otros Doctores de la Iglesia. Comencé a darme cuenta de cómo la búsqueda de la verdad y la belleza no se abatía con herejías confusas o conflictos, sino que alcanzaba nuevos niveles de comprensión y percepción cuando los enfrentaba. Descubrí que la fe y la razón son, como decía San Juan Pablo II, “como dos alas en las que el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.  Nuestro Señor Jesús está en el centro de todo.

Cualquier persona que reciba una Educación Católica puede descubrir, como escribió St. John Newman, que el conocimiento de Dios es la disciplina de estudio más importante debido a que es la base de todas las artes y las ciencias. Nos permite explorar la dignidad del ser humano, así como también el misterio del mal y el misterio mucho más grande que es la salvación en Cristo. Nuestras Escuelas Católicas son el hogar para la evangelización, la catequesis y el discipulado – las cuales apoyan a los padres en su misión como los primeros educadores de sus hijos en la fe. En las Escuelas Católicas, los cursos de historia exploran la crónica de los mayores logros de la humanidad, así como también sus horas más oscuras, sin omitir el papel de Dios es todo esto. La educación física, las artes lingüísticas, las bellas artes, la filosofía, la teología y muchas más nos enseñan la dignidad que nuestro cuerpo templo de Dios, y el deber que tenemos de amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Nuestras Escuelas Católicas brindan una educación académica sólida, pero trascienden mucho más. Formamos la persona completa: cuerpo, mente y alma, ayudando a los estudiantes a que vean sus vidas como un don de Dios, con un destino eterno, una noble dignidad, un noble propósito y la misión de conocer, amar y servir a Dios. San Juan Pablo II dijo:

“Para que la Escuela Católica y los maestros católicos puedan realmente realizar su contribución a la Iglesia y al mundo, el objetivo de la Educación Católica en sí, debe ser muy claro … La Educación Católica es ante todo una cuestión de comunicar a Cristo, de ayudar a formar a Cristo en la vida de los demás”.

La familia a la que hago referencia al principio, que inscribió a sus hijos en nuestras Escuelas Católicas, comenzó a darse cuenta de sus muchas ventajas después de solamente unos cuantos meses. El padre me dijo:

“Mi hija de 9 años me pidió que orara con ella antes de irse a dormir. Después continuó diciendo: ‘Papá, ¿sabes quién es el Padre Pío? ¿Sabías que él podía leer las almas en el confesionario y conocía tus pecados antes de que pudieras decirlos? ¿Sabías que su cuerpo es incorruptible? Papá, esto es increíble – ¿puedes llevarme a confesarme?”

Su esposa me comentó:

“Cuando somos padres en casa y enseñamos a nuestros hijos a elegir entre lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal, y cómo el objetivo de nuestras vidas es servir a los demás, siento que nuestros hijos están escuchando exactamente el mismo mensaje en su Escuela Católica. Es como si fuéramos realmente una comunidad, apoyándonos los unos a los otros para criar a nuestros hijos “.

Tiene razón: las Escuelas Católicas son una comunidad de discípulos misioneros llenos de fe.

El jueves 12 de noviembre, la Diócesis de Phoenix organizará un evento virtual de 30 minutos llamado Night of Hope. Este evento especial contará con la asistencia de nuestro Superintendente de Escuelas Católicas, Domonic Salce, varios directores de escuela y otros invitados, quienes nos hablaran acerca de nuestras escuelas y cómo esta pandemia ha afectado a nuestras familias y a nuestros estudiantes. Espero que puedan unirse a nosotros en esta Night of Hope virtual el 12 de noviembre. Este evento le proporcionara a toda nuestra comunidad la oportunidad de apoyar a las familias que están teniendo dificultades debido a la pandemia. Ryan Watson, director de la escuela primaria St. Francis Xavier, será el anfitrión de la noche y me complace anunciar que yo también ser parte de ella.

Gracias por el papel que usted desempeña en apoyar la Educación Católica. Le pido que por favor tenga presente en sus oraciones a todos nuestros estudiantes, sus padres y nuestros maestros, para que siempre puedan permanecer cercanos a nuestro Señor Jesucristo. Y que Dios Todopoderoso los bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.