¿Cómo puedo apoyar a mi hijo?

En primer lugar, debo recordar que la vocación es un llamado único y especial de Dios, y que Dios siempre cuidará de aquellos a los que llama. Y de esa forma, uniéndose a Dios en oración le traerá sabiduría y paz.

Es comprensible que algunos padres de familia no están seguros si pueden apoyar adecuadamente a su hijo durante su preparación en el seminario.

Ésta es otra inquietud común. En muchos otros momentos en la vida de su hijo,  usted se ha sentido listo para darle consejo de sus propias experiencias del pasado. Sin embargo, porque la vocación al sacerdocio es un llamado tan único, usted podría sentirse no cualificado para ofrecer un consejo útil.

Su hijo entiende esto y no espera que usted sea ¡alguien que lo sabe todo y que está siempre presente con consejos! Una pregunta útil que usted puede hacerle a su hijo es: “¿Qué es la cosa más importante que puedo hacer para asistirte y apoyarte?”. Esta simple pregunta significará mucho para su hijo. Además, es una señal de su incondicional amor como padre.

¿Y qué acerca de los gastos?

Respecto a las finanzas, la mayoría de los gastos asociados con la educación de su hijo mientras está en el seminario serán asumidos por la Diócesis de Phoenix. Si un seminarista no está cubierto bajo el seguro médico de sus papás, la Diócesis le proveerá un plan de seguro médico. Tales preocupaciones son tomadas en consideración para cada candidato.

¿Alguna vez veré a mi hijo de nuevo?

Algunos padres sienten como si estuvieran perdiendo a su hijo de manera permanente, o que no podrán verlo ni visitarlo durante sus años en el seminario. Si el discernimiento de su hijo lo lleva a entrar al seminario, su partida será similar a la de un hijo que que deja el hogar para asistir al colegio o para enlistarse en el servicio militar. Será un periodo de transición inevitable para todas las partes.

Si su hijo entra al seminario para estudiar para el sacerdocio, él podrá visitar su hogar en Día de Acción de Gracias, la Navidad y durante las vacaciones de verano cada año. Es similar al colegio regular. De hecho, a través de su formación en el seminario él será alentado a mantener relaciones familiares sanas.

¡Simplemente no entiendo!

Ocurre que algunos padres han expresado remordimiento acerca de la aceptación de su hijo de una vocación (sacerdotal), con la sensación de que podrían estar más felices  si fueran llamados a la vocación del matrimonio, sobre una vocación de soltería para servir al pueblo y a la Iglesia de Dios. Ésta es una preocupación válida para los padres.

Una vocación viene a una persona joven en la forma de un llamado personal de Dios; un llamado que estaba presente desde toda la eternidad en la voluntad de Dios. Dios es todo amor y llamaría solo a Su hijo o hija a un lugar de alegría y plenitud.

Dialogar e investigar acerca de los deseos y esperanzas de su hijo puede ser de gran ayuda hacia el entendimiento. También orar por su hijo y por usted mismo es especialmente importante mientras él discierne la voluntad de Dios. ¿Y qué acerca de los nietos?

Algunos padres se entristecen por el hecho de que no podrán disfrutar de lo que es tener  nietos o una nuera, si su hijo no se casa. A pesar de que la presencia de nietos pudiera ofrecerles mucha felicidad, cada padre desea primero y principalmente que su hijo o hija tengan una vida de alegría y plenitud.

Si Dios está llamando a su hijo a servirle a la Iglesia como sacerdote, con plenitud, felicidad y santidad de vida, eso será únicamente alcanzado si él responde fielmente al llamado de Dios.

Además, la Iglesia reconoce con gran respeto y aprecio el sacrificio de los padres. Confiamos que Dios los bendecirá abundantemente en otras maneras, por apoyar a su hijo a través de su proceso de discernimiento.

¿Mi hijo estará solo?

Algunos padres expresan ansiedad sobre la posible soledad de su hijo como una persona sin casar.

Existe una gran diferencia entre estar solo y estar contigo mismo. Una persona puede estar en un cuarto lleno de gente y sentirse solo. En la vida de un sacerdote, momentos de soledad o estar consigo mismos son necesarios para la oración, la reflexión, la preparación de la homilía y el descanso.

Muchos sacerdotes experimentan este “estar consigo mismos” sin sentirse solos. Además, en medio de su ministerio intercatúan con cientos de individuos a la semana, y disfrutan de muchas amistades vivificantes.

Sin embargo, ninguna vocación es inmune a la soledad. Por lo tanto, el contacto regular con familiares, especialmente sus padres, es siempre de gran alegría y bendición para un sacerdote.

Además, un sacerdote tiene que estar siempre vigilante en mantener relaciones sanas no solamente con su familia, sino también con amigos, hermanos sacerdotes, hermanas y feligreses.

En último término, la soledad es realidad de lo incompleto, y anhelo de unión y comunión. Nuestra última unión es con Dios. Por siglos, el celibato ha sido practicado con alegría más especialmente por aquellos que están en unión con Dios, por medio de una vida espiritual profunda. Al final, quien es llamado a esta vida necesitará fomentar una intimidad con Cristo, con Quien todos estaremos en la eternidad.

¿Y qué si mi hijo abandona el seminario antes de ser ordenado sacerdote?

Algunos padres expresan inquietud acerca de qué pasará si su hijo deja el seminario antes de completar sus estudios y programa de formación. Es posible que su hijo haya pasado muchos años en el seminario y descubra que una vida de soltero sirviendo en la Iglesia no es la vocación a la que Dios lo está llamando. No hay nada malo ni vergonzoso en retirarse del seminario y del programa de la Diócesis para la formación sacerdotal por esta razón.

El tiempo que cualquier hombre pasó en formación nunca debe ser considerado  una pérdida. Su hijo crecerá en santidad, conciencia de sí mismo y en madurez personal durante el proceso entero de discernimiento y el tiempo del programa de formación. Él, su futuro y la Iglesia seguramente serán enriquecidos por esa experiencia.

Si mi hijo tiene defectos, ¿quiere decir que no deberá estar en el seminario? Ocasionalmente los padres se preocupan de que su hijo no sea adecuado para servir a la Iglesia debido a cierto temperamento o defectos. Estas mismas preocupaciones son expresadas comúnmente por muchos individuos que están en el proceso de discernimiento.

El sacerdocio y la vida religiosa requieren un alto calibre de herramientas, habilidades y madurez psico-sexual. Sin embargo, no está reservado para “los perfectos”.

¡Si cada joven que experimentó los primeros movimientos en su corazón  para servir a la Iglesia, hubiera esperado hasta sentirse digno de comenzar el discernimiento, no tendríamos ningún sacerdote!.

Una vocación genuina no es medida por los sentimientos de dignidad de uno, sino más bien por el deseo de uno de responder al llamado de Dios, para servir a la Iglesia como un discípulo de Cristo.

Los rigores académicos y los programas de formación espiritual ofrecidos en el seminario son designados para desarrollar herramientas y habilidades naturales de un joven, y para remediar cualquier debilidad o deficiencias.

Esta formación toma tiempo y es una de las razones por las cuales se lleva muchos años para ser sacerdote. Antes que el proceso de discernimiento alcance esta etapa, sin embargo, la acción de mayor apoyo que un padre puede llevar a cabo es alentar a su hijo a escuchar y ser fiel al llamado dee Dios.

¿Dónde se originó el interés de mi hijo por el sacerdocio?

Algunos padres son tomados por sorpresa con la noticia del discernimiento de su hijo para servir a la Iglesia, especialmente si ellos no se consideran una familia muy religiosa. Algunos padres se quedan perplejos acerca del origen del llamado vocacional de su hijo.

Mientras la fe de un muchacho, su devoción y sus planes vocacionales son muchas veces influenciados por las prácticas y expectativas de su familia, una vocación de servir a la Iglesia es un llamado de Dios, autor de toda vida. Este llamado es siempre único e intensamente personal.

A pesar de los deseos de su hijo de discernir su llamado con gran atención y fidelidad, usted no está obligado a alterar sus actuales prácticas religiosas, al menos que desee hacerlo. Aún, su hijo ciertamente se beneficiará mucho de su apoyo y oraciones durante su discernimiento.

¿Debería preocuparme si él no me dice a mí primero?

No se ofenda ni se sienta lastimado si su hijo no se lo confía a usted primero o al principio de su discernimiento. Los jóvenes quienes están en el discernimiento a menudo guardan sus pensamientos y este proceso confidencial de las personas que más significan para ellos, hasta que se sienten listos para poner la experiencia en palabras y hablar sobre ello cara a cara.

Tenga la seguridad de que su hijo necesita tanto su apoyo como su ánimo. De hecho, su apoyo como padre es probablemente el más valioso que cualquier otra figura en la vida de su hijo.