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Mis hermanos y hermanas en Cristo,

Este domingo celebramos el Dia del Padre – tomándonos el tiempo de agradecer a Dios por el regalo de nuestros Padres, y orar por todos ellos, vivos y muertos. Con gratitud por mi propio padre, quien murió solamente hace algunos años, estaré alabando a Dios por este hombre que se enamoro de la fe Católica cuando se enamoró de mi mamá, una Católica Irlandesa.  A pesar de la oposición al Catolicismo por parte de su propia madre, mi Papá nunca se arrepintió de la decisión que tomo, por lo que tuve la gran bendición de crecer en un hogar en el cual la oración era tan natural como el aire que respiramos, en donde experimentamos la misericordia de Dios cada dos semanas al ir a confesarnos como una familia, en donde nos arrodillábamos cada noche y rezábamos las oraciones nocturnas juntos.

Día tras día, en todas las alegrías y dificultadas y en el medio de nuestras vidas, mi Papá siempre estaba allí, siempre estaba presente junto con mi mamá. ¡Que sensación de seguridad nos trajo a mis hermano y a mí! Nunca nos preocupamos de que no iba a estar allí. Nunca dudamos de su amor por mamá, ni de su amor por cada uno de nosotros, incluso cuando necesitábamos de su corrección paternal, ¡la cual sucedió con frecuencia!

La paternidad es la misión de cada hombre, una misión muy necesaria en cada familia y dentro de la sociedad en general. Un buen padre cumple su misión mediante el habito diario de estar presente para cada miembro de su familia. El padre atiende a los pequeños detalles de la rutina diaria, que la mayor parte del tiempo pasan desapercibidos, pero que en realidad mantienen la vida y protegen el bienestar de su esposa e hijos. La mayoría de los hijos no pueden encontrar las palabras para decirlo, pero sienten profundamente si les hace falta la presencia de su padre. El amor simple y generoso de un padre esta presente en su corrección y preocupación, en su aliento y en su afecto.

Vemos esto en el modelo de San José, el padre adoptivo de Jesús y protector de la Sagrada Familia. A pesar de que es mencionado en numerosas ocasiones en el Evangelio, no hay palabras suyas registradas. Lo importante es que José estaba allí, presente y atento con Jesús y María, protegiéndolos del salvajismo de Herodes, protegiéndolos cuando escapaban a Egipto, enseñándole a Jesús las habilidades de la carpintería y muchas otras cosas. Día a día, siempre dispuesto a escuchar, a alentar, a proteger y a proveer. No es sorprendente que Jesús se sentía feliz de ser llamado el hijo del carpintero.

El Papa Francisco escribió en Amoris Laetitia, (#177):

Dios pone al padre en la familia para que, con las características valiosas de su masculinidad, sea cercano a la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, cansancios y esperanzas. Y que sea cercano a los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando tienen ocupaciones, cuando están despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando son taciturnos, cuando se lanzan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando vuelven a encontrar el camino; padre presente, siempre.”

Tanto de manera obvia como sutil, un padre proporciona un puerto seguro para su esposa e hijos. Durante la pandemia actual y en este tiempo de disturbios sociales, en una sociedad confundida por el relativismo moral y la desinformación, hay una gran necesidad de hombres con humildad y valentía para acoger su misión su misión de paternidad dada por Dios, la cual es critica para el futuro de la familia y la sociedad. Debido a que cada padre humano es un trabajo en progreso, un hombre que necesita de la misericordia de Dios, hacemos bien en orar por nuestros padres cada día. A la misma vez, miramos hacia nuestro Padre en el Cielo para que nos ayude a compensar en lo que carecemos, y para traernos Su curación que supera todo dolor y división. A través de Su Hijo Amado, Jesus, nuestro Padre Celestial nos reconcilia con El y nos reconcilia los unos a los otros.

Permítanme ahora concluir repitiendo lo que escribí en mi Exhortación Apostólica Firme en la Brecha.

“Mis hijos y hermanos en Cristo. No dudes en participar en la batalla que se desata a tu alrededor, la batalla que esta hiriendo a nuestras familias y a nuestros hijos, la batalla que esta distorsionando la dignidad de hombres y mujeres… la Paternidad cambia la historia… en las palabras de San Juan Pablo II, la paternidad es esencial para el florecimiento del mundo.”

Con gratitud a Dios por todos nuestros papás y abuelos, tenga la seguridad de que están en mis oraciones para que tengan un feliz, saludable y santo Día del Padre.

San José, Santo Patrono de los Padres, ruega por nosotros.

Nuestra Señora de Guadalupe, Santa Patrona de la Diócesis de Phoenix, ruega por nosotros.

Y que Dios Todopoderoso los bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.