3 de Junio del 2020
Una Declaración Pastoral de parte del Obispo Olmsted de la Diócesis de Phoenix
“Ruego para que todos sean uno”. (Jn. 17:21)
La paz este con ustedes.
El fin de semana pasado celebramos la gran fiesta de Pentecostés, un día en el cual invocamos al Espíritu Santo para renovar los corazones de todos. La Iglesia celebra esta fiesta cada año, mientras que suplicamos por la valentía que le fue dada a los Apóstoles para abandonar el aposento alto y compartir las Buenas Noticias de Jesucristo.
Este año, la celebración fue observada en el contexto de los recientes disturbios sociales que afronta nuestra comunidad y nuestra nación. El asesinato vergonzoso y sin sentido de George Floyd enfoca nuestra atención en la dolorosa realidad de que el racismo y el odio continúan prevaleciendo en nuestras comunidades.
El racismo es un pecado – es una ofensa a la dignidad del ser humano, la cual es un regalo único y precioso de Dios. Todos somos hermanos y hermanas, creados con igualdad a la imagen de Dios. Esta verdad fundamental es clave para el mensaje del Evangelio. Como dijo nuestro Santo Padre, el Papa Francisco el día de hoy, “No podemos tolerar o hacernos de la vista gorda ante el racismo y la exclusión de cualquier forma, y aun pretender defender lo sagrado de cada vida humana”
Ruego por el Descanso del alma de George Floyd, y el consuelo de su afligidos familiares y amigos. Uno mi voz con la comunidad Negra, las personas de color, y todos los que trabajan para poner fin al maltrato, la discriminación y la injusticia.
Las siguientes palabras de parte de Caridades Católicas, el miembro de servicio social de la Diócesis de Phoenix, son importantes para nosotros: Como iglesia, no podemos condonar, o ignorar la injusticia de ninguna forma, incluyendo la injusticia racial. No podemos ser insensibles. No podemos separarnos de las injusticias que son perpetradas en nuestra sociedad. Debemos continuar siendo solidarios con las personas vulnerables y oprimidas.
Debemos de trabajar juntos para fortalecer nuestras familias y nuestras comunidades. Por lo tanto, los exhorto a conducirnos con paz, no de una manera violenta o destructiva, recordando las palabras de nuestro Señor Jesucristo, “Benditos sean los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5:9). Que las diferencias no nos guíen a la división y al odio, sino más bien, que nos conduzcan a un respeto profundo por la dignidad de cada persona. Esforcémonos por entendernos en vez de destruirnos.
Comparto estas palabras del Arzobispo Jose H. Gomez de los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos: “No podemos permitir que se diga que George Floyd murió sin motivo. Debemos honrar el sacrificio de su vida eliminando el racismo y el odio de nuestros corazones, y renovando nuestro compromiso de cumplir la promesa sagrada de nuestras naciones – ser una comunidad amante de la vida, la liberta y la igualdad para todos.”
Recibamos al Espíritu Santo como lo hicieron los Apóstoles y tengamos la valentía, con la gracia de Dios, de hacer todo de nuestra parte para abordar este mal de nuestra sociedad. Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y todo será creado. Y se renovara la faz de la tierra.
+ Thomas J. Olmsted
Obispo de Phoenix