6.o Domingo de Cuaresma (Domingo de Ramas)
Oración
Dios todo poderoso y eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con el, un día, de su gloriosa resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Comentario
Primera Lectura: Isaías 50:4-7
Este pasaje de Isaías claramente define el tema de este Domingo de Ramos. En él, vemos la lealtad inquebrantable de un verdadero siervo de Dios. Revela al lector lo que el futuro Mesías será para todo Israel. El Mesías (Rey) será un siervo que sufrirá por el bien del pueblo de Dios.
Jesús el Cristo (que significa rey) es el siervo sufridor cuya fidelidad a Dios, tiene un precio. Como predice Isaías, el rey de reyes no se rebela contra el Padre:
“No he puesto resistencia…ni me he echado para atrás… No aparte mi rostro de los insultos y salivazos”.
En este Domingo de la Pasión, damos gracias a Dios que nos envió a su Hijo fiel para sufrir y morir por nuestra infidelidad. Su muerte selló para nosotros un pacto con Dios, que sería eterno.
Preguntas
¿Te has preguntado por qué Dios pasaría por tanto para ser uno con nosotros y sufrir por nuestros pecados?
¿Por qué crees que Dios haría esto por nuestro mundo?
¿Por qué haría esto por ti?
Segunda lectura: Filipenses 2:6-11
En esta hermosa lectura, vemos el descenso de la Palabra divina y la ascensión de la humanidad en Jesucristo. En estas breves palabras, San Pablo nos entrega la misión y el propósito de Jesús
El Descenso:
Jesucristo siendo de condición divina, no consideró una igualdad con Dios; al contrario, se anonadó a sí mismo, muriendo humanamente en la cruz.
La Ascensión:
Debido a esto, Dios corona a Cristo (el ungido Rey) y coloca su nombre (Jesús) por encima de cualquier otro nombre. El humillado ahora recibe genuflexiones y aclamaciones, ¡Jesucristo es el Señor!
Este Domingo de Ramos nos recuerda que Cristo entró triunfalmente a Jerusalén buscando la cruz. Pablo nos recuerda que Cristo comenzó su viaje a la pascua mucho antes de entrar por las puertas de Jerusalén.
La Iglesia nos recuerda que, desde el primer pecado de Adán, la pre-existente Palabra de Dios estaba en silencio, misteriosamente, y deliberadamente descendiendo de los cielos para estar con Jesús (es decir, ¡Dios salva!)
Preguntas
¿Te ha ayudado esta Cuaresma a ser “humilde” y descender de tu propio orgullo?
Evangelio: Lucas 22:14-23:56
La pasión en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas (También conocido como los evangelios sinópticos, debido a sus similitudes) se proclaman en sus respectivos ciclos de acuerdo al calendario de la Iglesia. Este año toca la pasión de San Lucas (ciclo C). El año que entra estaremos escuchando la pasión en la perspectiva de San Mateo (Ciclo A) y en dos años el evangelio de San Marcos (ciclo B).
El evangelio según San Juan incluye una pasión muy diferente a los evangelios sinópticos. Por esta razón, el evangelio de San Juan se lee cada año en el viernes Santo. Solo en el Evangelio de Lucas encontramos la historia de los dos ladrones que fueron crucificados a la derecha e izquierda de Jesús. “¿Acaso no eres Cristo? Sálvate y sálvanos a nosotros.”
El otro criminal reconoce la inocencia de Jesús y se da cuenta de sus propios pecados. Y le decía a Jesús: “Señor,
cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mi.” Reconociendo que Jesús es Rey, y solo los reyes pueden perdonar ofensas capitales, le ruega a Jesús.
Jesús si lo perdona con sus palabras, “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” La tradición nos dice que el buen ladrón se llamaba Dismas (que significa puesta de sol). Hasta en la puesta de sol de nuestras vidas, podemos encontrar perdón para nuestras ofensas.
Pregunta
¿Cómo te ha preparado este tiempo de Cuaresma para dar gracias a Dios por habernos dado un Rey que nos perdona?
La tarea de esta semana
Este Domingo de Ramos nos recuerda que Cristo entró triunfalmente a Jerusalén buscando la cruz. Pablo nos recuerda que Cristo comenzó su viaje a la pascua mucho antes de entrar por las puertas de Jerusalén. La Iglesia nos recuerda que, desde el primer pecado de Adán, la pre-existente Palabra de Dios estaba en silencio, misteriosamente, y deliberadamente descendiendo de los cielos para estar con Jesús (es decir, ¡Dios salva!)
Oración del Grupo
El líder invita a cada miembro comparta el crucifijo. Sosteniendo la cruz cada participante ofrece una oración por la pasión y muerte de Nuestro Señor. Después, cada miembro dirá lo siguiente:
¡Te adoramos Señor y te bendecimos!
El grupo responderá cada vez:
Porque por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Continúe con el Salmo 22.
Salmo
Respuesta: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan,
hacen muecas y mueven la cabeza:
“¡Confía en el Señor, pues que lo libre,
que lo salve si le tiene aprecio!”
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Como perros de presa me rodean,
me acorrala una banda de malvados.
Han lastimado mis manos y mis pies.
Con tanto mirarme y observarme pudieron contar todos mis huesos.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Reparten entre sí mis vestiduras
y mi túnica la tiran a la suerte.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
¡fuerza mía, corre a socorrerme!
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Yo hablaré de tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré también en la asamblea. A
laben al Señor sus servidores, todo el linaje de Jacob lo aclame,
toda la raza de Israel lo tema.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Concluir con el PADRE NUESTRO
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