Una mirada retrospectiva del

Papa Benedicto XVI

  • 16 de abril de 1927 – Nace Joseph Ratzinger en Marktl am Inn, Bavaria, Alemania, y es bautizado el mismo día

  • 1939 – Ingresa en el seminario menor
  • 1951 – Es ordenado sacerdote de la diócesis de Munich
  • 1953 – Obtiene un doctorado en teología por la Universidad de Munich
  • 1962-1965 – Participa en el Concilio Vaticano II como teólogo consultor
  • Marzo de 1977 – Es nombrado arzobispo de Munich y Freising

  • Mayo de 1977 – Es nombrado para el Colegio de Cardenales

  • 1981 – Es nombrado por el Vaticano Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe
  • Abril de 2005 – Es elegido Papa y selecciona el nombre de Benedicto XVI

  • 28 de febrero de – Renuncia al papado. Primera vez que ocurre este tipo de una renuncia en seiscientos años

Puntos Sobresalientes de Su Papado

El papado del Papa Benedicto XVI se manifiesta como el de un eclesiástico ilustrado, de sensibilidad pastoral.

Nacido en una familia católica devota y bautizado el mismo día de su nacimiento, se sintió uno con la Iglesia desde los días de su niñez. Cuando era un niño visitaba junto con sus padres, hermano y hermana la Basílica de Nuestra Señora de Altötting, en Baviera, un lugar al que luego regresó siendo ya Papa. Allí oró ante la Vir- gen Negra (como es conocida la imagen de María en madera de tilo ennegrecida por el humo) y dejó en su pedestal el anillo que había recibido del Papa Pablo VI. Su intenso fervor por María quedó claramente manifestado en Lourdes, en el 2008, donde dijo: “Cuando la palabra no sabe ya encontrar vocablos adecuados, es necesaria una presencia amorosa; buscamos entonces no sólo la cercanía de los parientes o de aquellos a quienes nos unen lazos de amistad, sino también la proximidad de los más íntimos por el vínculo de la fe. Y ¿quién más íntimo que Cristo y su Santísima Madre, la Inmaculada?”

Aunque es un hombre reservado, el Papa Benedicto XVI se conmovió ante los niños víctimas/sobrevivientes de abuso sexual por los clérigos. En diferentes visitas, incluyendo su celebrada visita a los Estados Unidos en el 2008, el Papa se reunió personalmente con hombres y mujeres cuyas vidas habían quedado alteradas por la desgarradora experiencia del abuso sexual, y en ese encuentro personal les ofreció un consuelo sincero. A nivel burocrático, fue rígido con las sanciones impuestas a los que abusaron, y amplió la definición de lo que constituye abuso sexual a incluir la pornografía infantil.

Cuando fue electo Papa a la edad de setenta y ocho años, discretamente le dijo a sus amigos que por su edad y salud no sería un gran viajero. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la mejor manera de llegar a la gente era encontrándose directamente con ellos, como luego lo hizo, primero asistiendo al Día Mundial de la Juventud en Alemania a pocos meses de haber sido electo. Después, en sus primeros cinco años viajó a cinco continentes y catorce países, cubriendo cerca de 60,000 millas. Sabía del poder de los medios de comunicación, y que si iba a ver a gente agobiada del África, los medios irían detrás de él. Los ojos del mundo podrían así abrirse al escándalo de la pobreza, a la terrible separación existente entre ricos y pobres, y a la falta de acceso a recursos que Dios nos ha regalado a todos.

Siendo una persona ilustrada, sus escritos ofrecieron enfoques de gran intensidad. Sus encíclicas — una sobre la esperanza, Spe Salvi (Sobre la esperanza Cristiana), y otras dos sobre el amor, Deus Caritas Est (Dios es amor) y Caritas in Veritate (La caridad en la verdad) — hablan de forma sencilla sobre verdades profundas.

Spe Salvi presenta a Jesús como la fuente de la esperanza que el mundo desesperadamente desea. El Papa reconoce que ningún medio humano puede adecuadamente rectificar los sucesos inhumanos en la historia de la humanidad, como son, por ejemplo el Holocausto, las calamidades naturales, la guerra, y el terrorismo, como tampoco ningún medio humano puede realizar una justicia total.

“Nadie ni nada responde del sufrimiento de los siglos”, dijo el Papa. Sin embargo, él nos presenta a Jesús como el mensajero de la esperanza. El Papa Benedicto XVI nos asegura que, con la venida de Jesús en su gloria, hay una resurrección de la carne. Hay justicia. Nos recuerda que la esperanza asegura que cada lágrima será enjugada.

Caritas in Veritate es una encíclica social que entrelaza perfectamente lo que muchos consideran como polos opuestos: la espiritualidad y el progreso humano; “la ética de la vida” y “la ética social”; la justicia y la caridad; el comportamiento ético personal y estructuras sociales más justas; las preocupaciones de las naciones ricas y las necesidades de las naciones pobres. El Papa recuerda a la humanidad que las demandas del amor tienen dimensiones tanto personales como sociales. El amor aplica en “las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también en las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas”.

El Papa Benedicto XVI critica los excesos de mercados sin justicia; apoya los aumentos de asistencia internacional a naciones pobres; hace un llamado a la acción sobre las causas estructurales del hambre mundial; aboga por los derechos de los trabajadores; e insiste en políticas de comercio más justas que ayuden a las naciones pobres. Nos enseña que “El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa”. En otras palabras, una sociedad que ve al hombre como prescindible, verá a la naturaleza también prescindible. El Papa declara que “la falta de respeto por el derecho a la vida” debilita la “conciencia de la sociedad” y su entendimiento de lo que es la “ecología humana” y por consiguiente la “ecología ambiental”. El Papa apunta que, “el libro de la naturaleza es uno e indivisible”.

La primera encíclica de su pontificado, Deus Caritas Est, resume las enseñanzas del Papa con respecto al amor. Nos recuerda que como cristianos, todas nuestras acciones deben estar informadas en el claro entendimiento de nuestra fe. Dice el Papa: “El amor de Dios por nosotros es una cuestión fundamental para la vida y plantea preguntas decisivas sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros”. Como fue Dios quien nos amó primero, el amor no es un “mandato” sino más bien una respuesta al regalo de amor de Dios.

Para el Papa Benedicto XVI, el amor abarca toda la existencia humana. El hombre necesita dar y recibir amor como un regalo. La Sagrada Eucaristía, dice el, incluye la realidad de ser amado y a la vez amar a los demás. “Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma”, dice el Papa.

Un “encuentro íntimo con Dios” lleva a una “comunión de voluntad” en la que aprendemos a ver al otro desde la perspectiva de Jesucristo. El Papa bellamente expresa el significado de esto cuando dice: “Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita”.

Fue una decisión sabia así como un “acto de amor” de la Iglesia abrir su pontificado con una carta sobre el amor en la que mostró que entendía claramente su nuevo papel como pastor universal. El amor de Dios es tan fundamental en la existencia humana que en sus declaraciones iniciales el Papa proclamó las razones de su carta, las cuales marcarían el estilo de su pontificado: “Hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás”.

La renuncia sin precedentes de un hombre sencillo, que está consciente de su debilidad por motivos de edad, es testimonio de su amor para con la Iglesia. Cuando vió que no podía dar al papado todo lo que él veía era necesario, hizo lo que no se había hecho en casi seiscientos años —se retiró a una vida de oración. El maestro y erudito escogió otra manera de ofrecer un servicio pastoral a la Iglesia a la que ha entregado toda su vida.

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