Transcripción de video
Mis hermanos y hermanas en Cristo,
El decir que estos han sido tiempos extraordinarios para nuestras escuelas Católicas es una atenuación de los hechos. Nunca en la historia moderna hemos tenido cambios tan dramáticos en como educamos a los niños y jóvenes. Estos cambios fueron implementados prácticamente de la noche a la mañana, trastornando las rutinas normales de los estudiantes, el personal escolar y las familias. Pero, por la gracia de Dios y con la guía del Espíritu Santo, nuestras escuelas y familias han seguido adelante, fortaleciendo sus asociaciones en la educación de nuestros niños.
Deseo expresar mi más profunda gratitud a las familias de nuestros estudiantes Católicos por unirse a nosotros en nuestros esfuerzos educativos. Como los primeros educadores de sus hijos, ustedes conocen bien el sacrificio que significa enviar a sus hijos a Escuelas Católicas. Su sacrificio se ha expandido durante los últimos meses al trabajar junto con la escuela de sus hijos para garantizar que el aprendizaje continúe. He escuchado historias de padres quienes tenían que trabajar desde sus casas, a la misma vez que ayudaban a sus hijos con las tareas escolares. Su compromiso con la educación de sus hijos es un regalo que dará buenos frutos en los años venideros.
De la misma manera en que las familias se han tenido que ajustar a estos tiempos tan difíciles, nuestros maestros, personal y administradores también lo han hecho. Me siento profundamente agradecido por sus valientes esfuerzos durante esta pandemia. Prácticamente de la noche a la mañana se les pidió que cambiaran completamente la manera en la que trabajaban como educadores. Cuando nuestras instalaciones fueron cerradas, enfrentaron nuevos retos que pusieron a prueba su dedicación y energías. Ustedes se volvieron socorristas por mérito propio, asegurando que las necesidades académicas y espirituales de los niños fueran cumplidas de cualquier manera posible. Mediante tecnología, llamadas de teléfono, desfiles de vehículos, correos electrónicos, y líneas de ensamblaje de planes de estudio, ustedes encontraron formas creativas de apoyar a los niños de nuestras Escuelas Católicas y a sus padres. Doy gracias a Dios por todos sus esfuerzos, por cada uno de ustedes y por su abnegación por la educación Católica.
Cuando el Papa Benedicto visito América hace algunos años, nos dijo “Primeramente y ante todo, cada institución de educación Católica es un lugar para encontrar al Dios vivo, quien en Jesucristo revela Su amor y verdad transformadores” Esta es la misión primaria de nuestras Escuelas Católicas – Encontrar a Jesucristo vivo y formar discípulos que transformaran la cultura.
Me siento muy agradecido por su compromiso con la Educación Católica, y, sobre todo, con nuestros estudiantes y sus familias. En el rostro de esta pandemia, se han formado asociaciones firmes entre padres, maestros y administradores para ayudar a nuestros niños y jóvenes a descubrir quienes son y porque fueron creados. Como dijo Santa Catalina de Siena: “Se quien Dios quiso que fueras y encenderás al mundo en fuego”.
Al mirar hacia este futuro año escolar, me siento complacido de anunciar que he designado a Domonic Salce como Superintendente Interino de las Escuelas Católicas.
Domonic y yo hemos dialogado acerca de la importancia de que nuestras escuelas se adapten a esta nueva normalidad, sin comprometer nunca nuestro compromiso de ser quien Dios nos has llamado a que seamos. Las cosas podrán verse diferentes en el futuro, pero con la guía del Espíritu Santo, y la inspiración de Santos Misioneras como Elizabeth Anne Seton, Katharine Drexel y Junipero Serra, juntos formaremos una nueva trayectoria que provera educación Católica de calidad a nuestros niños.
Por favor tenga la seguridad de que nuestros directores y personal escolar, con el apoyo de la Oficina de Escuelas Católicas, están trabajando sin descanso para planear este próximo año. Estos esfuerzos se enfocarán en la salud, la seguridad de nuestros niños, sus padres y todos los que cuidan de ellos, mientras se afanan por mantener una comunidad vibrante de oración, amor y aprendizaje. Confío mucho en nuestros líderes escolares y Diocesanos que se preparan para el comienzo de uno de los años académicos más extraordinarios de la historia. Recordemos que hay una constante en toda esta confusión y cambio: Cristo está con nosotros. Él es nuestro maestro y guía, nuestra valentía y nuestra canción. Pongamos nuestra confianza en Él mientras caminamos juntos en la fe.
Nuestra Señora de Guadalupe, Santa Patrona de la Diócesis de Phoenix, ruega por nosotros. Jesus en ti confiamos.
Que Dios Todopoderoso los bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.