Una Declaración Pastoral De La Conferencia De Los Obispos Católicos De Arizona

Un movimiento que crece en nuestro país, reforzado por recientes decisiones legales en algunos Estados y por acciones tomadas por gobiernos en otros países, favorece hacer las uniones de personas del mismo sexo el equivalente legal al matrimonio. En respuesta a este movimiento, creemos que los Católicos y todos los ciudadanos deben reflexionar profundamente en lo que el matrimonio en si significa. Debemos hacer preguntas importantes: ¿qué es el matrimonio, cúales son sus propósitos y su valor a individuos, familias y la sociedad? Mientras los asuntos relacionados a las uniones de personas del mismo sexo adquieren más importancia aquí en Arizona, creemos que esta reflexión, usando la razón y la fe, es un comienzo apropiado para abrir este debate.

El Papa Juan Pablo II describió esta presente situación al proclamar “en un momento de la historia en el que la familia es objeto de numerosas fuerzas que buscan destruirla, o de alguna manera deformarla, y conscientes de que el bienestar de la sociedad y su bien están vinculados íntimamente al bienestar de la familia, la Iglesia percibe de una manera más urgente y apremiante su misión de proclamar a todos el plan de Dios para el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad y desarrollo humano y Cristiano, y así contribuyendo a la renovación de la sociedad y del pueblo de Dios.” (Juan Pablo II, Familiaris Consortio #3)

Nosotros, los Obispos Católicos de Arizona, estamos profundamente preocupados por nuestros creyentes Católicos y por el bienestar de la sociedad aquí en Arizona en cuanto al significado del matrimonio. Ofrecemos este documento para ayudar a entender la enseñanza Católica sobre el matrimonio y para aclarar el porque promovemos el matrimonio como una realidad sagrada entre hombre y mujer. ¿Qué es el matrimonio? El matrimonio, cual diseñado por Dios, es la unión fiel, exclusiva y para toda la vida de un hombre y una mujer unidos en una comunidad íntima de vida y amor. Ellos se comprometen completamente el uno al otro y a la responsabilidad maravillosa de traer hijos al mundo y a cuidarlos. El hombre y la mujer son de igual valor; también son diferentes. Es esta diferencia la que indica su naturaleza complementaria. El hombre y la mujer, en sus diferencias sexuales, son hechos uno para el otro. Esta naturaleza complementaria le une en una unión amorosa mutua que siempre debe estar abierta a la procreación de hijos. (Catecismo de la Iglesia Católica #1602-1605)

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